La alucinante honestidad de los políticos

JOSÉ MANUEL RUBÍN SIETE DÍAS, SIETE VOCES

OURENSE

08 abr 2013 . Actualizado a las 15:50 h.

A Áurea Soto, concejala de Urbanismo de la capital, le parece alucinante la situación que vive el Concello desde que la juez Pilar de Lara amplió sus pesquisas a la ciudad de As Burgas. «Somos el gobierno más honesto y el más investigado, alucinante», decía el titular de la entrevista de La Voz. Tuve que ir al diccionario de la RAE para ver el significado de honesto: «Decente, pudoroso, justo, probo, recto y honrado». Como me parecía que los términos no reflejaban lo que ocurre en la Consistorial, consulté la Wikipedia: «La honestidad es una cualidad humana que consiste en actuar de acuerdo a como se piensa y se siente». Ahí estaba el matiz diferenciador. La honestidad ya no es la obligación de ser decente, recto y honrado sino que es un concepto que queda a la interpretación de lo que uno piensa o sienta. Entendí las palabras de la edila cuando avancé en la lectura: «No siempre somos conscientes del grado de honestidad o deshonestidad de nuestros actos. El autoengaño hace que perdamos la perspectiva con respecto a la honestidad de los propios actos». Seguro que Áurea Soto tiene sus razones para autoengañarse y hablar de honestidad cuando su líder, y exalcalde, evitó la prisión previo pago de unos miles de euros; lo mismo que otro edil y el jefe de la policía; o cuando dos edilas (entre las que se encuentra) están pendientes de resoluciones judiciales, o cuando la justicia estudia contrataciones en Concello y Aquagest; o cuando? Para el político la palabra honestidad es un kleenex de usar y tirar. La utilizan con mayor diligencia que la de perdón. Como si la prepotencia les impidiese disculparse por el rosario de anomalías protagonizadas. Alucinan porque les investiga la justicia pero no alucinan con el alucine que le produce a sus vecinos lo que hacen y lo que dicen.

La frase «Non creo na independencia, pero si na defensa do noso», ha dicho el edil del BNG en Laza, David Leadbeater, inglés de nacimiento y ourensano de adopción. Su postura contrasta con la de otros compañeros/as de partido, mejor situados/as, que hacen de la teoría un credo y de la práctica su contrario. Posiblemente la libertad de pensamiento que expresa el edil se la dé el estar pastoreando ovejas en Laza en lugar de pisando moquetas oficiales y cobrando sueldos de escándalo.