Los males de «adolecer»

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

21 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocos verbos juegan tantas malas pasadas como adolecer. Significa ‘tener o padecer algún defecto o mal’. Le sigue un complemento introducido por de que expresa aquel defecto. Valga como ejemplo el título con el que un periodista deportivo encabeza su crónica: «España vuelve a adolecer de mal de altura». Esa España es la selección femenina de fútbol.

El problema es que demasiadas veces se utiliza erróneamente adolecer con el sentido de ‘carecer’. El mismo cronista de más arriba lo hace en su información: «Las nuestras saltaron al verde dispuestas a cambiar la historia, la misma que adolece de victorias ante el vecino galo».

Los lingüistas combaten ese uso. Aunque algunos, quizá desbordados por esa gota fría del adolecer ‘carecer’ que todo lo inunda, titubean. Muestra de ello es que un par de diccionarios registran esa acepción. Quizá a no mucho tardar los guardianes de la ortodoxia también acaben por plantearse su aceptación. Al fin y al cabo, si la mitad de quienes lo emplean lo utilizan con ese sentido... Así, algún día, tras indicarle al médico que «Encarnita adolece de golondrinos», su madre podrá decir sin temor a errar que en su casa la muchacha «adolece de fármacos con que tratarlos». Una pena.

Entre quienes han luchado con firmeza contra el uso impropio de adolecer está el filólogo y académico mexicano José G. Moreno de Alba, que sitúa el origen más remoto de esta voz en el latín dolescere (verbo incoativo de dolere, ‘doler’). De ahí pasó al español como dolecer, forma desaparecida hace siglos.

El otro problema con este verbo como centro es el abuso de la fórmula adolecer de falta de algo. En su momento fue propuesta como alternativa a adolecer ‘carecer’, pero la respuesta ha desbordado a sus impulsores como un río Segura fuera de madre. Así, una publicación religiosa afirma que el informe de los Franco sobre la inhumación de este «adolece de falta de rigor». Ahí se usa adolecer con el sentido de ‘tener algún defecto’ y este es la «falta de rigor». El problema es de exceso, lo que mata el estilo, pues puede decirse lo mismo con más sencillez: «carece de rigor». Si se tratase de un uso ocasional no valdría la pena ni comentarlo. Pero si le preguntamos a Google por la secuencia exacta adolece de falta de nos da 162.000 resultados.

Claro que peor es que 179.000 internautas hayan escrito «adolece de cultura».