Jugando con fuego

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

15 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tenemos un presidente que gusta del riesgo. Sánchez se mueve como nadie en situaciones límites, sea en el partido, en la oposición o, ahora, en el Gobierno, porque parece tocado por un halo que hace que al final salga siempre bien parado. Y tan convencido está de su buena suerte, de aquello que aquel ferrolano pequeñito llamaba baraka, que nuevamente el presidente parece decidido a vivir otra situación de peligro. Y lo hace con tranquilidad y altanería.

Las últimas decisiones de Sánchez indican que su objetivo no es otro que la convocatoria de elecciones en el otoño. Es el escudo tras el que se protege ante la negativa de la oposición a facilitar su investidura. Poco importa la situación económica y social del país y la necesidad de acabar cuanto antes con el impasse, ni las llamadas a la cordura que se realizan desde todos los ámbitos. Cada día nos acercamos más a una nueva consulta electoral que parece hacer feliz al presidente porque las encuestas le dicen que es el líder mejor valorado, que aumentará sus diputados y que Podemos y Vox se llevarán un disgusto.

Se lo dicen las encuestas, que también dijeron que Hillary Clinton derrotaría a Trump; que los colombianos aprobarían un plan de paz para la guerrilla, y que el Reino Unido rechazaría el brexit. Y pasó lo que pasó. Pero aún en el caso de que los sondeos estén en lo cierto, existen otros peligros para Sánchez. Tres meses en política es una eternidad y cualquier acontecimiento puede hacer cambiar la tendencia del voto. Además, las promesas de derogar reforma laboral y ley mordaza y sacar al dictador del Valle siguen ahí. El desgaste por la parálisis va a más. Y PP y Cs ya comienzan a pensar en concurrir unidos en al menos 21 provincias.

Pero Sánchez es así. Ama el riesgo. Aunque puede que esté acabando con el rédito de las victorias del 28A y el 26M y con su prestigio en Europa, que ya le envía mensajes de apremio. Al presidente le gusta jugar. Y hacerlo con fuego. Aún a riesgo de quemarnos todos.