Los once

Manuel Mandianes PEDRADAS

OPINIÓN

21 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los entrenadores y los psicólogos del deporte destacan la importancia de que no haya ídolos en el campo, sino un equipo: todos para todos lo que supone una gran generosidad y entrega a los intereses del equipo. Solo puede ganar el equipo, no una persona. Jugar en equipo supone el sacrificio de pasar la pelota a otro que está mejor situado para marcar gol y renunciar a la gloria de los aplausos, de la promoción. Un equipo pequeño puede ganar a uno grande. Se dice: «no hay enemigo pequeño». Pero hay pocas casualidades en el fútbol. Cuando un equipo gana regularmente es porque tiene jugadores con talento, se prepararán a conciencia y se adapta a las circunstancias. El fútbol hace muchos regates a la lógica. 

El voluntarismo puede ganar un partido, pero la inteligencia y su buena gestión ganan los campeonatos. Cuando sobra talento, existe exceso de seguridad, y el exceso de seguridad conduce, a veces, a no jugar como un verdadero equipo y a la irregularidad inherente a la inspiración. El equipo antepone el interés colectivo al ego individual, que debe de entregar su talento al éxito del equipo. La base ideológica del éxito de un equipo está en que nadie juegue para sí mismo; al mismo tiempo «el jugador ha de ser insaciable, ganador» porque el equipo solo puede ganar con la unión de los esfuerzos individuales. Las individualidades son importantes siempre que estén al servicio del equipo. «Los éxitos de nuestro deporte en los últimos años del siglo XX y en los primeros del XXI son fruto del trabajo en equipo, del compromiso de los miembros de la selección de unos con otros. El equipo es el soporte de las individualidades y las individualidades son la materia prima del equipo. Eso no va en detrimento de las individualidades desequilibrantes y determinantes. Pero, en principio, no existen esos individuos sin la ayuda del resto del equipo», me dijo un entrenador.

El deporte colectivo enseña a reconocer las limitaciones personales, a apoyarse en los demás y a poner las cualidades personales al servicio de los otros. El equipo descubre al líder, al organizador, al contemplativo, al activista. Un equipo funciona bien cuando cada miembro sabe y cumple su función en el organigrama.

Dentro del conjunto, cada individualidad puede encontrar su plaza. Hay que subrayar valores como la constancia, la generosidad de felicitarse después de una dura batalla y aún después de pelearse. En equipo, la experiencia de unos compensa la vulnerabilidad de otros. Si pierdes un partido, luego vendrá otro y hay que tener disciplina, constancia, inspiración y saber jugar en equipo.