Portugal, aquí al lado, a la izquierda

Pedro Armas
Pedro Armas LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

23 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Somos tan conformistas como hipócritas cuando decimos: «Menos mal que nos queda Portugal». A Portugal no le hacemos ni caso. España ignora a Portugal. Se trata de una ignorancia del pasado y del presente. España siempre ha vivido a espaldas de Portugal. De hecho, España tiene complejo de superioridad e inferioridad respecto a sus vecinos. Siempre se ha visto por encima de Portugal y por debajo de Francia. Portugal es noticia cuando arden sus eucaliptos. Los paisanos portugueses que salen por televisión explicando las consecuencias de los incendios demuestran una capacidad de expresión superior a los paisanos españoles que salen a contar los suyos. Da igual, somos superiores. Todos los ministros del Gobierno portugués hablan español, mientras ningún ministro español habla portugués. Da igual, somos superiores. Los portugueses hablan inglés, los españoles no (por aquello del número de vocales y de las películas en versión original). Da igual, somos superiores. No hablamos inglés, ni hablamos de Portugal, que está aquí al lado. Da igual, hablamos de Venezuela, que está al otro lado.

En el mapa, Portugal está al oeste, al lado, a la izquierda de España. En política, también. Hace un par de años, la izquierda portuguesa se unió para impedir que gobernase la derecha y para impedir que se empobreciesen más las clases medias. Europa y los medios anunciaron el apocalipsis portugués. Dos años después, Europa y los medios alaban la resurrección portuguesa. Han subido: el PIB, el salario mínimo, las rentas del trabajo, los sueldos públicos, las pensiones, las afiliaciones a la Seguridad Social, los impuestos a la banca, los impuestos a las eléctricas, los impuestos a las farmacéuticas… Han bajado: el déficit público, el índice de pobreza, los impuestos sobre el trabajo, las privatizaciones de los transportes, los recortes sanitarios, los conciertos educativos…

Portugal asume sus compromisos internacionales, pero se opone a las condiciones que estrangulan su economía. Asume la deuda externa, pero quiere renegociar los intereses abusivos de la misma. Baja la deuda, pero aumenta el gasto público. No hablemos de ello, no conviene. No conviene mirarse al espejo que tenemos al lado.

Podríamos decir que Portugal y España no son comparables. Cristiano Ronaldo no habría triunfado si echase balones fuera. Aunque el territorio portugués es diferente al español y la izquierda portuguesa es diferente a la española, son comparables. Portugal es un país pequeño y uniforme. Un país con poco más de diez millones de habitantes y ninguna tensión independentista. La izquierda en Portugal tiene un partido hegemónico (Partido Socialista) y partidos satélites (Partido Comunista, Bloco de Esquerda, Partido Ecologista). El Partido Socialista se presentó a las elecciones con un programa centrista, perdió y miró a la izquierda para sobrevivir. Los otros partidos de izquierdas, con menos peso y menos dogmatismo que sus homónimos españoles, miraron sin recelos al Partido Socialista, y se coaligaron con el mismo para gobernar, a riesgo de reforzarlo, como indican recientes sondeos, mas también con la esperanza de reforzarse ellos en un futuro, pues se está valorando positivamente su incidencia en la acción de gobierno. A ver si va a ser cuestión de comparar. A ver si va a ser cuestión de comparar el nivel de los políticos de ambos países. A ver si va a ser, como decía Saramago, «que somos ciegos, ciegos que pueden ver pero no miran».