La sombra del fútbol

Abel Veiga Copo LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

JUAN MEDINA

20 jul 2017 . Actualizado a las 08:33 h.

Tanto ha ido el cántaro a la fuente que ha terminado por quebrar. Y eso que los alfareros más que barro emplearon acero y silencio, indiferencia e inmunidad. La sombra alargada de ese viejo ciprés que es la sangre o el opio de un pueblo, el sempiterno fútbol. Pero fútbol entendido como negocio, como fuente de ingresos, como traspaso de influencias, como dique de contención tributaria, como espejo de concursos de acreedores, algo auténticamente escandaloso en nuestro país con respecto al resto de países de la UE. Sombras millonarias de fichajes y traspasos con cifras ocultas, derechos televisivos y su pugna, partidos e ingresos millonarios desde oficiales a amistosos, compra de votos, y un largo etcétera, entre otros asuntos, sospechas de partidos amañados, dejan un sabor amargo.

Dónde queda el deporte, la pasión, la magia, el arte, el entusiasmo, la inocencia de unos chavales o niños detrás de una pelota y dónde la hojarasca, la costra, la sinvergonzonería, el pantallazo o trampantojo para hacer todo tipo de negocios privados o empresariales a través de influencias y nepotismos. Dónde queda la dignidad. Verdades a gritos que hasta ahora no se escuchaban. Podredumbres de alcantarillas que nadie parecía atender. Deudas millonarias con Hacienda. Negocios oscuros por parte de algunos. Y el dios humano del fútbol cae. Ángel María Villar, con todas las cautelas y presunciones de inocencia, es detenido.

Hoy, que tanto hastío producen ciertas formas y comportamientos, ciertas actitudes y hechos, es necesario más que nunca revitalizar el papel y el rol que deben jugar la sociedad y las instituciones. Todas. La fuerza de la ética, de la rectitud, de la honestidad son hoy más necesarias que nunca. Pese a las dificultades. Hay que exigir también respeto a nuestras instituciones, a todas, gobierne quien gobierne, porque solo así se respetan los valores democráticos. No lo olvidemos.

Levantemos costras y hojarascas. Descubramos a los corruptos, a quienes se aprovechan de lo público para enriquecer su patrimonio y el de sus amiguetes. La España cutre, zafia, inmoral debe regenerarse. La España que yace bajo la costra de la autocomplacencia y de la ausencia de crítica, de la reflexión estéril y el cinismo mordaz.

Limpiemos la hojarasca. La que no nos deja ver ni respirar. La costra que nos atrapa, que nos devora. Dignifiquemos la política, el espacio de lo público, donde estamos todos, gobernantes y gobernados. Educación y bisturí para terminar con esta lacra, con esta aberración, con muchos sinvergüenzas que se aprovechan de sus cargos, públicos y privados. Y donde hay muchos tontos útiles que son movidos por los que manejan los hilos y necesitan peones que abran puertas, negocios y suculentos manjares de prevaricación, nepotismo, administraciones desleales, estafas, extorsiones, apropiaciones indebidas y un largo etcétera.