Altas dosis de cinismo

OPINIÓN

19 jul 2017 . Actualizado a las 08:29 h.

Sé que con este artículo no voy a ganar muchos amigos. Incluso habrá quien me acuse de demagogo, o alguna cosa peor. Pero no puedo dejar de escribirlo. Porque el caso Charlie Gard no solo pone sobre la mesa el tema de la obstinación terapéutica y la siempre desastrosa judicialización de los conflictos bioéticos, también nos habla de las abismales diferencias entre nacer en un país rico o en un país pobre, y de las hipocresías y cinismos de muchos gurús que se llenan la boca con la palabra ética para justificar que se haga todo lo posible por mantener con vida al bebé británico, con una movilización de médicos sin parangón y un gasto sanitario desorbitado, sin tener en cuenta otras cuestiones.

Porque, miren ustedes, el brote de cólera que registra Yemen desde finales de abril ha dejado ya más de 344.700 casos y 1.784 muertes, de acuerdo con el último balance ofrecido por la Organización Mundial de la Salud. Y mientras Michio Hirano viaja al Reino Unido desde Estados Unidos para intentar tratar a Charlie a la desesperada, los 30.000 trabajadores sanitarios de Yemen, que llevan diez meses sin cobrar, atienden, solo con un tercio del material necesario, a todos esos enfermos de cólera. Una enfermedad, por cierto, que tiene mucho que ver con el hecho de que 15 millones de personas no tengan en Yemen acceso adecuado a agua potable y saneamiento.

Pero el cólera no es el único mal que aqueja a los yemeníes. Siete millones de personas, entre ellas más de dos millones de niños (de los que medio millón son menores de 5 años) están gravemente desnutridas, a punto de morir de hambre, una muerte lenta y dolorosa, a la que están abocados por la perfidia de este mundo, altamente injusto e insolidario. Por esos niños nadie clama, a ellos nadie les lleva muñequitos…

Por cierto, que si a Charlie se le llega a retirar el soporte vital, como creo que debe hacerse, en absoluto va a sufrir. Y nadie lo estará asesinando, como por desgracia he podido leer en algunos digitales fundamentalistas católicos, simplemente se dejará que la naturaleza siga su curso, que los médicos habían interrumpido mientras se analizaba la situación clínica del bebé. Ya es curioso que estos mismos fundamentalistas rechacen simultáneamente el uso de anticonceptivos tachándolos de artificiales, ¿no les parece?

La ética, desde los tiempos de Aristóteles, busca la universalidad de sus postulados. Por eso, en un proceso histórico nada fácil, ha ido ampliando su foco de atención: no hace tanto los negros no eran personas, por ejemplo, y las mujeres y los homosexuales carecían de derechos. Hoy no se puede hablar de justicia sin considerar el planeta en su globalidad. Es un enorme desafío intelectual y práctico, ciertamente, pero no podemos rechazarlo: el futuro del mundo depende de cómo lo afrontemos.