...Y esa tropa manda en Cataluña

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

MARTA PÉREZ | Efe

06 jul 2017 . Actualizado a las 08:27 h.

Cuando escuché que la CUP (Candidaturas de Unidad Popular) propone expropiar la catedral de Barcelona para dedicarla a equipamientos urbanos, entre ellos un economato, pensé, naturalmente, que se trataba de una broma. En ninguna cabeza humana medianamente ordenada cabe otra posibilidad. Pero después he visto que de broma, nada; que se trata de una propuesta formal del concejal de la CUP por el distrito de Ciutat Vella, que es donde está situada la mágica y novelesca catedral. El argumentario del concejal cupero se basa en razones históricas (el templo pertenece a la Iglesia, que colaboró con monarquías y burguesías); económicas (la Iglesia no paga impuestos); sociales (la Iglesia esclavizó al proletariado), o de costumbres (ese templo atrae a demasiados turistas, que deterioran el centro de Barcelona.

El ilustrado concejal todavía utiliza algún argumento más, de gran peso cultural y aprecio por lo artístico, pero no es preciso mencionarlos: tampoco trato de impresionar a mis lectores con una exhibición de conocimientos de nuestra realidad, histórica o presente. Lo único que trato de transmitir es que quien así razona pertenece al partido que más decide en la política catalana. Por presión de la CUP se tuvo que marchar Artur Mas y se evitó la repetición de elecciones autonómicas. Por exigencias de la CUP se incluyó en el presupuesto la partida del referendo, que el Tribunal Constitucional tumbó ayer mismo. La CUP, con sus diez solitarios diputados en el Parlament, fue gran motor del independentismo y el aguijón que empujó a Puigdemont a la lanzarse por esa senda. Y la CUP fue la que exigió la dimisión del conseller Baiget, frente al criterio del PDECat, que esa misma mañana le había dado su confianza.

Quiero decir que, si ahora pide la expropiación de la catedral, tiene algunas posibilidades de conseguirlo. Como su voto sea necesario para completar la mayoría de Ada Colau después de las próximas municipales, la actual alcaldesa ya conoce el precio; «la zanahoria», que diría el señor Montoro. Y como sea necesario para hacer un Gobierno separatista fuerte, todos, desde los comunes a Esquerra, pasando por el recién nacido y de próxima extinción PDECat, se aprestarán a pagar el precio que imponga la CUP: en dinero, en influencias y en poder político real. Nunca faltará un tonto dispuesto a darle satisfacción.

¡Pobre Cataluña! ¡En qué manos ha caído y sigue cayendo! ¿Os imagináis que algún día gobierne la ciudad de Barcelona y la Generalitat de Cataluña? ¡Expropiarán las catedrales! ¿Y el Palau de Sant Jaume? Ah, eso no, porque allí estarán sus despachos. Y hay gente que los vota, oigan. Está claro que en Cataluña, más que en ningún sitio, «hay gente pa tó».