Patxi, ¿tú sabes lo que es una nación?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Emilio Naranjo

20 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un año y medio después de obtener en las elecciones de diciembre del 2015 el peor resultado de la historia del PSOE, Pedro Sánchez vuelve a la casilla de salida. Es decir, a empeñarse de manera infantil en que, aunque disponga solo de 85 de los 350 diputados del Congreso, Podemos y Ciudadanos están obligados a hacerle a él presidente, pese a que ambos partidos le han dicho mil veces que eso es imposible. El problema es que Sánchez está en el mismo sitio, pero su partido está mucho peor que en el 2015 porque entre medias, y gracias a su terquedad, se ha partido en dos y su idea de España, que ya era confusa entonces, es hoy incomprensible, por no decir inexistente.

 Hemos pasado de la «plurinacionalidad cultural» a la «España plurinacional» y al «Cataluña es una nación y España es una nación de naciones con soberanía en la nación». La guinda a semejante arsenal de despropósitos la ponen el propio Sánchez definiendo al PSOE como un partido «catalanista», y su vicesecretaria general, Adriana Lastra, poniendo a Bolivia como espejo de Estado plurinacional en el que debe mirarse España. ¡Bolivia! Detrás de este esperpento solo hay un ridículo intento de agradar al votante de Podemos y a los independentistas, condenado además al fracaso porque es como echar migas de pan a un elefante. La confusión es tal que Sánchez pretende ganar votos apelando al 15M, sin comprender que este movimiento nació precisamente para echar al PSOE del poder y forzarlo a renunciar a todo lo que representaba. Es decir, sentido de Estado, vertebración nacional, defensa del sistema democrático y de la Constitución e igualdad de todos los españoles. Y algo de eso van consiguiendo.

Pero la peor noticia para el PSOE es que su problema no es solo Sánchez, sino el hecho de que no parezca haber en este momento un solo socialista dispuesto a dar la batalla contra la destrucción sistemática de las señas de identidad del partido que está llevando a cabo el secretario general. Al contrario, lo que prima en muchos dirigentes es el afán por ocupar cargos, aunque sea a costa de traicionarse a sí mismos. El máximo exponente de esto último sería Patxi López, que después de ridiculizar en un debate el empeño de Sánchez en hablar de la España plurinacional, ahora traga quina y se suma al discurso de la «nación de naciones» a cambio de ocupar un puesto en la ejecutiva.

«Vamos a ver, Pedro, ¿sabes lo que es una nación?», le preguntó entonces Patxi a Pedro, como quien habla con un mequetrefe. Ahora, las tornas cambian. López asume el papel de aprendiz de Sánchez y se come la España plurinacional, el catalanismo y lo que haga falta. Y qué decir de Guillermo Fernández Vara, que en febrero advertía con displicencia a Sánchez de que «España no es un Estado plurinacional compuesto por 17 trozos» y hoy suscribe con alegría que España es un Estado plurinacional. A cambio, eso sí, de presidir el Consejo de Política Federal socialista. Con semejante tropa, sin más principios que los de Groucho Marx, el PSOE camina hacia el abismo. Con Sánchez, o sin él.