Cuando queríamos entendernos

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

12 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo un tiempo, hace ya cuarenta años, en el que todos los españoles queríamos entendernos. Y las pruebas de ello abundaban. Tómese un ejemplo. Una mañana de 1977, Enrique Tierno Galván le preguntó a Santiago Carrillo en el Congreso si aceptaba que le presentase a Manuel Fraga. Carrillo dijo que sí, y Fraga y él se saludaron «civilizadamente». Empezó así una duradera «relación cortés» entre ambos, como luego escribiría el propio Carrillo. Poco después, Fraga presentó al líder comunista en su conferencia en el Club Siglo XXI, con una masiva asistencia de púbico. A partir de ahí llegaron otras aproximaciones que culminarían con los Pactos de la Moncloa. Luego, el 23-F y la masiva manifestación posterior. Carrillo les dijo a los jóvenes comunistas de Vallecas que cuando llegase Fraga aplaudieran, como habían hecho con los demás líderes, «para dar la imagen de un cierre de filas total frente al golpismo entre izquierda y derecha parlamentaria», pese a que por aquel entonces había en la izquierda poca simpatía por el citado político. ¿Puede suceder hoy algo así? Las diferencias entre Fraga y Carrillo eran abismales y, sin embargo, no excluían el entendimiento.

Hoy las diferencias entre unos y otros, incluso dentro de un propio partido (como hasta hace poco en el PSOE) rozan la condición de irreconciliables. Como si nadie diese un céntimo por el entendimiento. En el Congreso se ve como se despellejan unos y otros con la única intención de descabalgar al contrario y de ocupar su lugar. Y no hablo solo de unos, porque aquí están enfangados todos, y el respeto y el entendimiento brillan por su ausencia en ese «todo vale»… que no vale. ¿Y por qué ocurre esto? Porque ahora, a diferencia de lo que sucedía en el pasado, solo se lucha por el poder, y el enemigo es el que lo tiene o lo quiere ganar, en un juego en el que, ¡lástima!, cabe todo. Porque ya no queremos entendernos. O así lo parece. Y la palabra de los que más saben ya no importa.