Catar, contra las cuerdas

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

07 jun 2017 . Actualizado a las 08:17 h.

Catar, con una población que no llega a los 300.000 habitantes, ostenta la mayor renta per cápita del mundo. En manos de la familia Al Thani desde el último tercio del siglo XIX, tras liberarse del yugo otomano al finalizar la Primera Guerra Mundial, Catar se convirtió en un protectorado británico. Al alcanzar la independencia de Gran Bretaña en 1971, también se liberó de la vinculación con el resto de los emiratos del Golfo, entrando a formar parte como entidad separada en el Consejo de Cooperación del Golfo en 1983. Hasta 1995, la relación con Arabia Saudí fue muy estrecha, pero el golpe de Estado incruento por el que el jeque Hamad Bin Khalifa Al Thani arrebató el trono a su padre marcó un drástico cambio de rumbo del emirato. Para fomentar la riqueza del país, potenció la exportación de gas natural -posee la tercera mayor reserva del mundo tras Rusia e Irán- frente a la tradicional del petróleo, lo que le permitió liberarse de las directrices saudíes en cuanto a volumen de producción y precio. El incremento de los ingresos facilitó a Catar un desarrollo exponencial de su economía mediante la diversificación de las inversiones en el exterior, lo que le ha permitido ejercer más influencia a nivel internacional. Catar ha utilizado esta influencia para asumir un mayor protagonismo en Oriente Próximo, lo que le ha supuesto enfrentarse a Arabia Saudí y a sus satélites. La visita de Trump parece haber dado el coraje a Arabia Saudí para aislar a Catar e intentar que el hermano díscolo vuelva al redil, se distancie de Irán, y acabe con el juguete que tanto irrita a los saudíes: Al Jazeera. Pero Catar no está solo y son muchos los intereses que están en juego, por lo que la partida solo acaba de empezar.