Esperando a los bárbaros

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

05 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco ha mejorado Madrid desde que Quevedo y Olivares andaban a la greña y todo hijo de vecino intrigaba buscando enchufes y prebendas. Aquello era el Siglo de Oro y el trajín de hidalgos con el qué hay de lo mío era una marabunta. Ahora Madrid sigue siendo una ciudad pueblerina en que todos se conocen y se ponen verdes, sobre todo los políticos, y donde, parafraseando a Ortega, o robas o te roban. 

La literatura servía entonces de arma arrojadiza, bien lo sabe Góngora, pero ahora quien escribe no es Quevedo ni Lope, sino los cocineros y las presentadoras de la televisión, qué le vamos hacer. La feria del Retiro, que cuenta con 400 casetas, es, ya lo sabrán ustedes, la feria de las vanidades, donde los escritores académicos y los poetas del parnaso moderno ven cómo el público lector les da la espalda para entregar su corazón a youtubers y frikis de variada ralea. Algunos a eso le llaman cura de humildad y yo burrez. Dice Caballero Bonald que no le gusta la sencillez en la literatura, que prefiere el estilo y la dificultad. Y se cuenta que D’Ors, cuando dictaba una de sus glosas «hermosas», le preguntaba a su secretaria: ¿Se entiende? ¿Sí? ¡Pues oscurezcámoslo un poco! Yo no sé si la cultura debe andar persiguiendo al ciudadano o debe quedarse en su sitio, esperando a que sea este, como un gorrión urbano junto a la terraza del bar, el que se vaya acercando poco a poco. Sí sé que en esta vorágine de maledicencia y de corrupción, de frivolidad y ligereza, cuando lleguen los bárbaros de Cavafis es mejor que nos pillen leyendo una novela de Jack London o un poema del poeta de Alejandría. Aunque finalmente los bárbaros, como Godot, no vengan.