Ray: constantes o flexibles

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

04 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay nueva novela de Ray Loriga. Se titula Rendición y utiliza la distopía para hablar de nosotros. Sí, de usted, que lee, y de mí, que escribo. En entrevista en La Voz con María Viñas, Loriga reflexiona sobre lo mucho que ha cambiado el mundo para los que crecimos con solo un teléfono fijo en casa y una televisión en blanco y negro de dos canales. Se ha vuelto extraño, dice. Antes el valor era ser constante, ahora es ser flexible. Tiene razón. La constancia lo era todo. Nuestros padres nos lo repetían. Ahora la flexibilidad es lo máximo. Hay que adaptarse una y otra vez, mudar, encima delante de los ojos de todos, retransmitido por las redes. Es la sociedad líquida de Bauman. Es la ciudad transparente que novela Ray Loriga. La felicidad es una obligación. No queremos sentir angustia ni necesidad. No sabemos sufrir. Todo debe ser placentero o aparentarlo. No viajamos. Vamos a las ciudades para enviar fotos. No celebramos cumpleaños. Celebramos cumpleaños para colgar las fotos. Y así nos colgamos un poco nosotros, esa esencia que todavía debe quedar por algún lado. Ray Loriga tiene un estilo peculiar. Explica que ya no va a cambiar. Un Belmonte de las letras. Un poco Marguerite Duras. Cada libro es distinto, pero está siempre su prosa borrosa. La melancolía como una forma de amar. Escribe como si fuera del norte o estuviera al norte de las cosas. Queremos ser todos iguales de estupendos, de flexibles, con sonrisas que bien miradas son muecas (o son huecas). Y cada uno, menos mal, es siempre un prisma, lleno de matices. La felicidad, dice Loriga, para algunos es el éxito, el triunfo. Para otros, la paz, la tranquilidad. Para unos, la presencia. Para otros, la ausencia. Parece que Loriga nos quiere recordar que no nos dejemos medir con un patrón, marcar. Entre la constancia férrea de antes y la flexibilidad obligada de ahora, hay un océano de diversidad hermosa que disfrutar. Un arcoíris de sentimientos auténticos, nuestros, propios, pequeños. No nos privemos de lo privado.