Trump y el «Rusiagate»

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

23 may 2017 . Actualizado a las 08:28 h.

No son pocas las voces que se alzan protestando por lo que consideran una persecución al nuevo presidente de EE.UU. Muchos argumentan que ningún mandatario ha sufrido el nivel de acoso y el volumen de críticas del que está siendo objeto Donald Trump. Muchos norteamericanos se sienten ofendidos ante el constante escrutinio que sufre quien se supone que les debe representar con dignidad. Algunos afirman incluso que es esta tensión la que provoca que Trump se precipite en la toma de decisiones y cometa errores. 

No se puede negar que algo de razón tienen. Es imposible encontrar un medio de comunicación que pase un día sin mencionar su nombre o sin dar una noticia que tenga que ver con él. Y, por supuesto, siempre en negativo. Hay muchas razones para ello. En primer lugar, su personalidad impulsiva y avasalladora provoca irritación y admiración a partes iguales, por lo que no resulta nunca indiferente. En segundo lugar, su absoluta falta de empatía, buenos modales, educación y cultura le hacen cometer innumerables errores. En tercer lugar, su afán por cumplir algunas de sus promesas electorales le han empujado a tomar decisiones que han resultado un fracaso absoluto: la prohibición de entrada de musulmanes, el muro de separación con México, etcétera.

Pero, sobre todo, su falta de sentido común y su arrogancia han propiciado comportamientos susceptibles de ser investigados, como la filtración a Rusia de información proveniente de terceros, como Israel, y que podría ser utilizada de manera perjudicial para intereses muy complejos en Oriente Próximo. Un asunto nada baladí, que ya se compara con el que provocó la dimisión de Nixon y que bien podría llamarse Rusiagate.