¿Vencer o cooperar?

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

13 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que se jalea a campeones patrios del tenis, del fútbol, las motos, el baloncesto o en decenas de competiciones más, y cuando se nos vende que es esa la forma de encarar todos los asuntos de nuestra vida, me parece oportuno poner encima de la mesa algún argumento útil para quienes sospechen que muchas cosas no pueden, ni deben, ser así.

Observó hace ya más de cuatro décadas Robert Axelrod: «Estamos habituados a pensar en competiciones en las cuales hay solamente un ganador, competiciones como el fútbol o el ajedrez. Ahora bien, el mundo raramente es así. En una vasta gama de situaciones, la cooperación mutua puede ser para ambas partes mejor que la defección mutua. La clave para lograr buenos resultados no estriba en vencer a otros, sino en obtener su cooperación». Esto puede sonar como muy raro, pero no lo es. Y si suena muy raro es porque el trabajo de abducción mental neoliberal que han realizado con nosotros ha sido abrumador.

Y no se crea que la cooperación de la que hablamos está basada en el altruismo o en el bienestar del grupo. Tampoco necesita que exista un vínculo familiar o de amistad. Basta razonar con el interés personal. En la reciprocidad que se produce espontáneamente en pequeños grupos sociales, a nada que recuerden comportamientos mutuos pasados y se tengan expectativas de seguir relacionándose en el futuro.

Durante más de once páginas de su ensayo La evolución de la cooperación (Alianza Universidad, 1996) nos describe el ejemplo paradigmático de las trincheras en la Primera Guerra Mundial. Anota cómo «los soldados de estas pequeñas unidades enfrentadas llegaban verdaderamente a infringir las órdenes de sus altos mandos, buscando lograr la cooperación tácita de sus enemigos».

Evitaban muchas veces disparar a matar, siempre y cuando su comedimiento fuera correspondido por los soldados del bando contrario. Una cooperación basada en la reciprocidad que comenzó con las horas de las comidas o en días de muy mal tiempo. Con treguas tácitas, o con un uso inofensivo, erróneo o predecible de la artillería.

Si a esa cooperación, basada en una reciprocidad de intereses personales, añadimos otras formas de cooperación basadas en el bienestar del grupo, la meta para ser vencedor pierde más y más interés en relación a la cooperación. Pues en muchas ocasiones es, justamente, del bienestar del grupo de lo que depende el bienestar personal (por ejemplo, en asuntos de seguridad o medioambientales).

Y cuando a esas dos cooperaciones (de reciprocidad, de bienestar del grupo) añadimos aquellas que puedan estar motivadas por la pura y simple preocupación por los demás (altruismo), la estrategia de ser competidor, ganador o depredador pierde más y más puntos en relación a las numerosas formas de cooperación. Prácticas que están detrás de la cesión de recursos personales (por ejemplo, por medio de donaciones, oenegés o del sistema fiscal) por parte de todos aquellos que son conscientes de lo discrecional de las condiciones de distribución de tales recursos entre los hombres.