Cosas de parejas

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CON LETRA DEL NUEVE

OPINIÓN

10 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tengo una incapacidad patológica para saber quién es quién en las parejas más célebres de la historia. Cuando murió Bud Spencer, tuve que mirar de inmediato cuál de los dos había muerto, porque para mí siempre habían sido un todo: Bud Spencer y Terence Hill. Sin más. Había uno corpulento que repartía sopapos con generosidad y otro rubio, más vago y ligón. Pero a quién le importaba nombrarlos de uno en uno. Solo juntos tenían sentido. Como el Gordo y el Flaco, Enrique y Ana, Pepe Gotera y Otilio, Bonnie and Clyde, Tip y Coll, Mario y Luigi, Faemino y Cansado, Milli Vanilli o Starsky y Hutch.

Lo de ir en pareja se da mucho en los tebeos. Con un poco de esfuerzo, estudio y el paso de los años, he logrado distinguir a Astérix de Obélix, a Zipi de Zape, a Spirou de Fantasio e incluso a Mortadelo de Filemón. Pero Hergé, que es una de esas contadas personas a las que se le puede aplicar la palabra genio sin titubear, decidió gastarnos una broma imperecedera al crear la pareja indistinguible e indivisible: los sabuesos Hernández y Fernández.

Hernández y Fernández son como uno de esos matrimonios de larga duración a los que el tiempo moldea hasta convertirlos en seres idénticos. O como esos dueños que, después de diez o quince años, se acaban pareciendo sospechosamente a sus mascotas.

Más que una pareja, Hernández y Fernández son un único personaje elevado al cuadrado. Un caso insólito. Incluso entre agentes secretos. O al menos eso creíamos hasta que la política nos ha regalado una pareja en la que ni siquiera el gran Laplace podría señalar las ocho diferencias. Ambos se apellidan Hernando. Uno es del PP y otro del PSOE. ¿O era al revés?

Con lo que me había costado aprender a distinguir a Zipi de Zape.