Lo que esconde el CIS

M.ª Carmen González Castro
m.ª Carmen González VUELTA Y VUELTA

OPINIÓN

10 may 2017 . Actualizado a las 08:35 h.

La victoria de Macron fue un balón de oxígeno para la reputación de las empresas encuestadoras que, en los últimos meses, habían cosechado estrepitosos fracasos con el brexit o con Trump. Pero el barómetro electoral hecho público ayer por el CIS en España lleva a sospechar de nuevo de la fiabilidad de los sondeos. ¿Es posible que el PP tenga una intención de voto de más del 30 % cuando surgen casos y más casos de corrupción, y nadie parece dispuesto a dar un puñetazo y decir «ya no más»? Sí parece razonable que Podemos pierda la segunda plaza como fuerza política si tenemos en cuenta sus lamentables andanzas de los últimos meses y la guerra a muerte entre el sector pablista y el errejonista. Pero ¿es creíble que el que adelante a Podemos sea un PSOE enzarzado en unas primarias que ni por asomo parecen destinadas a resolver el futuro del partido, sino más bien a convertirlo en lo que ya son los socialistas en Grecia o, más recientemente, en Francia, es decir, una fuerza casi residual? ¿Y por qué crece Ciudadanos si día tras día parece regalar su fuerza a un débil Gobierno popular sin apenas resistencia? 

El CIS solo dibuja a los ciudadanos decantándose por la opción menos mala. Pero en el fondo lo que transmite es desilusión y desesperación por la falta de reacción de los partidos -de unos y de otros- ya sea ante la corrupción, ya sea ante los problemas que afectan a la ciudadanía. Y este es el mayor riesgo para los partidos dominantes, porque abre una puerta a aventuras que ahora ya no parecen tan exóticas o lejanas, sino alternativas reales y cercanas, como ya ha ocurrido a Francia con la ultraderechista Le Pen.