Ayer, cuando se conocieron los datos de paro de abril, me ejercité en el arte del funambulismo por las tertulias radiofónicas y televisivas. En las sensatas, esas que invitan a tertulianos de modo equilibrado, observé un singular mal humor en algunos participantes: todos afectos a la oposición política gallega o española. Me sorprendió. El dato era tan bueno que no imaginaba una reacción tan avinagrada. Minutos después, La Voz anunciaba en su web lo innegable: «El paro registra en abril su mayor caída mensual de la historia». Una noticia de tal calado había que anunciarla con un titular que no dejase espacio a la más mínima duda. Los tertulianos de las mareas y el socialismo pedrista y el nacionalismo gallego, cada vez más errabundo, no veían los datos con buenos ojos. Sería el cambio de tiempo que se anunciaba con nubes altas y bajas. Y las nubes, o el humo del rencor, cegaban sus ojos. Pero la verdad es la verdad, lo diga Agamenón o su porquero, si nos atenemos al tópico. Y si la verdad es la verdad, la mentira también lo es. Y la memoria, cuando se tiene, nos dice por dónde hemos transitado en estos años. Léanla en las páginas de nuestro periódico. Desde aquellos días en que el podemismo anunciaba la debacle de España hasta la campaña en que las mareas pronosticaban el abismo. Del rescate inminente que anunciaban sus medios, a la España podrida de hace unos días. El lema de algunos es «si todo va mal, mejor». Mejor para ellos; no para usted, gallego.