El hijo de la florista

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CON LETRA DEL NUEVE

OPINIÓN

30 abr 2017 . Actualizado a las 10:40 h.

Si uno quiere tener poder, lo mejor que puede hacer es dedicarse a la jardinería. Hay mucho incauto que piensa que el camino más corto al poder es estudiar Políticas en la Complutense. Eso está bien para hacerte un diputado revoltoso, de esos que un día se levantan y ensayan ante el espejo su mirada de moción de censura. Para montar una escena de atril de vez en cuando, la Complutense es lo correcto. Pero si uno aspira a confeccionarse un país a su medida, lo suyo es la jardinería. 

Nos lo enseñó Peter Sellers en Bienvenido, Mr. Chance y lo comprendió antes que nadie Marta Ferrusola, señora de Jordi Pujol. Porque mientras mirábamos al gran hombre de Estado, toda Cataluña iba desfilando por la floristería de doña Marta para pagar lo que la ex de Jordi Pujol júnior definió como «impuesto revolucionario».

Cuando Felipe González perdió la mayoría absoluta y tuvo que negociar con Pujol su investidura, una de las claves del sí de CiU al PSOE fue poner el IVA de las flores de doña Marta en el tipo reducido (10 %). En eso debe de consistir el poder: en agarrar a todo un Gobierno por el IVA y decirle que las flores no se tocan.

En el verano de 1994, el tándem Pujol Ferrusola mandó pasar por caja al tótem más sagrado de Cataluña: el F. C. Barcelona. Hidroplant, la firma de jardinería de doña Marta, fue casualmente la contratada para replantar el césped del Camp Nou. El fiasco fue colosal. El dream team de Cruyff acabó jugando la temporada 1994/95 sobre el patatal más caro del mundo. El caso acabó en el juzgado por la denuncia de unos socios quisquillosos. Pero no pasó nada. Doña Marta y el club le dijeron al juez que la culpa era de las altas temperaturas. Nadie osó rechistar, se levantó el tapete y se importó hierba nueva de Francia. Punto.

Siempre me ha sorprendido por qué no saltaron entonces las alarmas. Claro que igual todo era una maniobra de distracción y, mientras nos entreteníamos en hacer chistes sobre la florista, el hijo de la florista iba y venía de Andorra con las alforjas repletas. Porque los Pujol Ferrusola respetan las tradiciones nacionales. Y en Cataluña manda el primogénito, el hereu. El mismo que, al enumerar en el Parlament su colección de coches de lujo, soltó ufano:

-¡Ah, sí, mi primer Ferrari!