Inequidad e iniquidad

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco desar EL SÍNDROME G

OPINIÓN

24 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Como es sabido, Unicef es una organización subversiva. No tanto como Cáritas, pero casi. No se puede explicar de otro modo que en su informe Niños de la austeridad, publicado hace unos días, insista en que de entre 41 países de la Unión Europea y la OCDE, España sea el tercero que peor trata a sus niños, junto con Rumanía y Grecia. A la inequidad se suma la iniquidad. No es un juego de palabras. Miren, por favor, el diccionario de la RAE.

Según Unicef, en España el umbral de la pobreza para un hogar con dos adultos y dos niños era de 17.597 euros anuales en el año 2008, y de 16.719 en el 2014. En otras palabras, sería el caso de un matrimonio con dos hijos que ingrese menos de 1.348 euros mensuales, a razón de 337 euros por persona de dicha unidad familiar. Si la pobreza entre los adultos es mala, entre los niños es inicua.

Ellos no son responsables de nada, ni por acción, ni por omisión. Ellos ni siquiera pueden votar, ni rebelarse. Y debieran poder votar, visto el país que les estamos legando, endeudado hasta las cejas y ahíto de vilezas.

De entre los damnificados, los peor tratados son los niños criados en familias numerosas y monoparentales de clase trabajadora. La pobreza infantil grave, el último escalón de este informe, que se define por unos ingresos de menos de 175 euros mensuales por cabeza, ha crecido un 56 % desde el 2008. Resumiendo, para Unicef, casi el 40 % de nuestros niños, dos de cada cinco, viven en condiciones de pobreza, en sus diversos estadios.

¿Qué futuro le espera a un país con pocos niños y además criados en estas condiciones? Nada bueno. Por añadidura, la magra fecundidad española descansa sobre las espaldas de familias que tal vez debieran haberse pensado antes si podían tener un hijo, mientras otras que pueden permitirse hacer el gran tour mundial de parques temáticos e infantiles, Orlando incluido, apenas tienen un único heredero.

Esto no va de defender el sistema o de atacarlo. Va de decencia y de decoro. Incluso va de egoísmo constructivo. Para antisistemas de verdad ya están los Rato, los Blasco-Císcar, los Pujol, los Roldán e tutti quanti. Esos sí que se van a cargar el sistema hasta sus cimientos. Mientras, tenemos en nuestras manos el futuro del país y lo ignoramos, lo maltratamos, lo despreciamos. Ser patriota no tiene que ver solo con el folclore. Ser patriota es sobre todo no dejar ni a uno de nuestros niños en esta infame situación. Es no permitir que el amor en sus hogares salga por las ventanas mientras solo la miseria entra por sus puertas.

Niños criados viendo la maldad y la indiferencia desde su destete, con los peores ejemplos de los otrora prohombres. Estúpidos somos hasta para los negocios honrados. Cada preso nos cuesta cerca de 2.000 euros mensuales, y somos pródigos en reclusos dentro de Europa. Ya no hablo de otros costes. Atender ahora a nuestros niños es la mejor inversión. No miremos a otro lado. Ellos serán báculo y soporte de nuestra vejez. Quien no lo entienda también debiera atarse al cuello una piedra de moler y arrojarse al mar.

Ser patriota es sobre todo no dejar ni a uno de nuestros niños en esta infame situación. Es no permitir que el amor en sus hogares salga por las ventanas mientras solo la miseria entra por sus puertas