¿Y si ganase Pedro Sánchez?

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

12 abr 2017 . Actualizado a las 08:11 h.

El temor, me cuentan amigos socialistas, cunde en el PSOE ante una posibilidad que ya nadie se atreve a descartar. ¿Y si Sánchez gana las primarias? Tal victoria sería la de quien, desde un izquierdismo sobrevenido (¡qué inmensa cara dura!), pone a caldo al establishment socialista, para acabar haciéndose con él. Sánchez compite de hecho, cada vez más, como un outsider, un candidato que se sitúa en realidad fuera de la organización para reconquistarla con la ayuda de una tropa que ya no se identifica con la inmensa mayoría de quienes hoy la representan en el ámbito nacional, autonómico y local. 

Por eso, si finalmente llega a producirse, la victoria de Sánchez se traduciría, de derecho o de hecho, según lo saben los más sensatos socialistas, en una escisión en el PSOE. ¿O alguien se imagina a los que hoy critican al defenestrado dirigente, como si ya no fuese en realidad un auténtico miembro del partido, apoyándolo mañana como candidato a la presidencia del Gobierno? ¿Podrían hacerlo González, Guerra, Rubalcaba, Zapatero, los actuales dirigentes regionales o locales o los que hoy controlan el grupo parlamentario socialista? ¿Es imaginable que impulse su candidatura a presidente el periódico que, tras haber favorecido a todos los candidatos socialistas a la Moncloa, desautorizó a Sánchez con extremada dureza por despreciar los intereses de España y su partido y pensar solo en los suyos?

La eventual victoria de Sánchez sería devastadora, en todo caso, para el que ha sido durante cuatro décadas uno de los dos grandes partidos españoles -el que durante más tiempo ha gobernado este país?, no solo por sus efectos, sino también como síntoma de lo que durante la última década ha ocurrido en el PSOE. Pues si, contra todo su aparato interno y casi todo su poder institucional, Sánchez venciera con el apoyo de una mayoría de los militantes, ya nadie podrá negar la envergadura de la metamorfosis de una fuerza política que se ha ido radicalizando sin parar desde la llegada de Zapatero a la presidencia del Gobierno.

La victoria de Sánchez sería, por tanto, la expresión de que la mayoría de los militantes socialistas se sienten de un partido que poco o nada tiene que ver con el que gobernó España entre 1982 y 1996. O, para decirlo claro y pronto, que se sienten de un partido que está mucho más cerca de Podemos que del que fuera el PSOE de González, Guerra y compañía.

El PSOE se encuentra, sin duda, en el momento más delicado de su historia. No hay ninguna seguridad de que si gana Díaz sea capaz de unir un partido destrozado y de llevarlo al terreno de la moderación, donde únicamente podría vencer en las generales sin la insoportable hipoteca de Podemos y el independentismo. Solo la hay de que si gana Sánchez, el partido habrá consumado una ruptura interna que Zapatero comenzó y cuyas terribles consecuencias se dejan ahora sentir trágicamente.