El diagnóstico del problema catalán

OPINIÓN

02 abr 2017 . Actualizado a las 10:15 h.

Que en Cataluña hay un problema político grave no puede negarse. Lo revela que, según datos de un barómetro catalán de opinión, un 44,3% de los ciudadanos sería partidario de la independencia frente a un 48,5%. Que aquella opción haya descendido unos puntos no niega que persista el problema de esa naturaleza. El anuncio de Rajoy de invertir 4.200 millones en infraestructuras ¿es una respuesta para resolverlo? Aunque haya querido justificarlo en la superación de la crisis y diluir el trato singular en que la situación económica permitirá una política expansiva en el resto de España, de sus mismas palabras y de la notoriedad del acto se desprende que trata de que «el sentido común» el seny podría decir, impida que los independentistas sigan adelante con su plan de desconexión. Es verdad que han apelado a un mal trato económico hasta acuñar el eslogan de España «ens roba». Sin llegar a este extremo, esa sensación puede ser compartida por catalanes no independentistas, por ejemplo los que votan a C´s. Hasta podrían argumentar que las inversiones allí son más rentables, con olvido de lo que es un Estado y por lo que se refiere al corredor del Mediterráneo que son bien vistas por la Unión Europea. Constituiría un diagnóstico erróneo entender que el problema catalán se arregla solo con dinero; ni siquiera servirá para paralizar a los separatistas que se atribuirán el éxito de la magnánima concesión presidencial, además de la señal que envía para quien quiera tomar nota, en un play off. También, según el citado barómetro, el 63% opina que Cataluña tiene un nivel «insuficiente de autonomía». Un indicio de que el problema no es solo de dinero; tiene el inevitable elemento de una singular entidad que no se ha inventado ahora. No es momento de proponer algo en esa dirección tal como está el procés y su evolución. En el remedo de referendo del 2014 no hubo mayoría en favor de la independencia como tampoco ahora y no parece que la tendencia a la baja vaya a cambiarse si se pretende un referendo unilateral legalmente imposible. Está por ver cómo van a jugar sus cartas quienes tienen intereses electorales distintos. Pero el problema subsistirá sobre todo si se mantiene la actual correlación de fuerzas políticas con mayoría absoluta y gobierno de los independentistas. El barómetro catalán no lo descarta, aunque pierdan votos. Para revertir la situación habría que recuperar a nacionalistas no independentistas, que han quedado sin cobertura partidaria y están de algún modo afectados por el desprestigio social de la antigua Convergencia. Deberían contar con algo que justificase su posición nacionalista; algo así como adelantar la promesa de encontrar una fórmula que recupere lo que se pretendió en el momento constituyente si se normaliza la situación actual. En esa dirección parece orientarse el programa del PSOE para deshacer algunos de los entuertos que cometió la discutida sentencia del Tribunal constitucional sobre el Estatut.