Doñana, parque nacional

Manuel Luis Casalderrey
Manuel-Luis Casalderrey RINCÓN ABIERTO

OPINIÓN

31 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Para la visita al Parque Nacional de Doñana se usan todoterrenos Mercedes, pintados de verde, que transportan unas 20 personas cada uno. La visita comienza por la playa. En la parte más alejada del mar se ven algunas casitas de antiguos pescadores, que estaban allí antes de la declaración de parque nacional. No las pueden modificar ni dejarlas en herencia. En el recorrido vimos correlimos, gaviotas, charranes, etcétera. Es la primera vez que veo el logotipo del PP vivito y coleando: el charrán (la golondrina del mar), que no gaviota (buitre del mar), como hemos creído durante muchos años. Se deja la playa y se entra en el parque. Debido al camino de arena y a sus irregularidades, el todoterreno comienza a saltar y hay que ir muy agarrados para no sufrir ningún percance. El viento constante del noroeste y la arena fina han generado innumerables dunas, unas móviles y otras fijas. Sombrean el paisaje muchos pinos piñoneros (algunos casi tapados por las dunas).

Vimos dos cervatillos, una cierva, un gamo, un milano y un águila pescadora que merendaba un pez, subida en un palo a la orilla del Guadalquivir. Nos queda en el otro extremo de España, pero vale la pena el esfuerzo