Siempre es el dinero

ABel Veiga EN VIVO

OPINIÓN

29 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Al final solo se trata de dinero. Las desavenencias políticas, las discrepancias y el juego disimulado del órdago persiguen sus objetivos. Cuanto más gritas, al final, se te acaba oyendo. Cuando más callas, se acaban riendo de uno. Va con ello eso de la resignación, lo que algunos de los pueblos del norte conocen bien y han practicado mejor. 

Cataluña es maestra en muchas cosas. Y el nacionalismo quiere doctorarse cum laude. Tantos años de desencuentros, de bravatas, de fracturas, de desafecciones mutuas, de hartazgos, de mucha miopía -y esta a ambos lados- tanto desde Madrid como desde Barcelona, para al final reconducirse todo a lo de siempre. El mezquino dinero. Las inversiones millonarias. Poco importan los mitos, las utopías. Los sueños de patrias bien engalanadas. Todo tiene un precio. También el calor y el fragor del discurso grandilocuente, jactancioso y mezquino. Y aquí hay muchos aprendices de brujo.

Demasiado tarde, porque el daño está hecho. Pero tenemos los políticos que tenemos y ellos la sociedad que tienen. Espejo y reflejo. Es la mediocridad. La zafiedad. El despropósito permanente. No importa el derroche económico y de sueños e ilusiones de las personas. Los ciudadanos nunca importan. Son la excusa, el pretexto, la disculpa también. Todo en nombre del pueblo, pero sin pueblo. Falsos mesías de la política trufados de mentira y vanidad. No tenemos solución. Ni vertebración alguna de un discurso sin complejos y de identidades.

Somos un pueblo empeñado en autodestruirse y flagelarse. Cuánto tiempo perdido en superficialidades.

Ahora el Gobierno central sí quiere hacer política. Después de no hacer nada y dejarlo todo en manos de los jueces y el Constitucional, no se le ocurre otra cosa mejor que hablar de inversiones millonarias. El Prestige de turno se llama el soberanismo y referendo. Y como aquel, quizás todo llega demasiado tarde en ese hartazgo que cada vez es más mutuo e indiferente. Pero mientras el presidente viaja a Cataluña tres veces en dos días y da un golpe de imagen que sirve de poco, el president se va a Estados Unidos. Que siga el espectáculo.