Nadie es patria, todos lo somos

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

25 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo leí en uno de los poemas del maestro Borges. Era una oda escrita en 1966: «Nadie es la patria, pero todos lo somos». He aquí una de sus obsesiones: la patria. Él, que llegó a decir que quería ser suizo y no argentino, escribió sobre ese concepto mejor que ningún otro bonaerense. A la patria le han robado el significado. En esta España febril hasta nos produce sonrojo declararnos patriotas. Como si la patria no fuese un poco de todos, como si no la llevásemos en las entrañas desde que nacemos. Sentirse patriota es, en cierta medida, participar de la aventura colectiva del vivir. Pero reconocerlo causa pudor. Incluso la derecha busca circunloquios para alejarse de la patria, la bandera o lo que nos une: mucho más que aquello que nos separa. De la izquierda, qué voy a decir. Son patriotas de todas las patrias, catalana principalmente, menos de la española. 

Desde Londres nos están otorgando lecciones imprescindibles. Las mismas que dictaba Borges entre la almenara, ese fuego, de sus versos. Unidos, sin fisuras, declarándose orgullosos de ser ingleses. Orgullosos también de sus valores: la democracia. Ella configura nuestra patria. Y ahí nos encontramos los que pensamos diferente y sabemos que ese es un patrimonio incalculable. Los que no hacen de sus credos e ideas el único dogma absoluto. Los que no otorgan lecciones morales a diario porque saben que la moral no es una ciencia, sino un principio de vida.

Ser patriota es no aprovechar electoralmente ninguna desgracia. Aquí hemos vivido tantas que hasta nos cuesta recordarlas. Las hubo diversas. Desgracias que hacían de los atentados de ETA un ariete que empujaba votantes. Hasta aquellos que tras el 11 de marzo del 2004 ofrecieron el espectáculo mediático más repugnante que recuerdo. El PSOE ganó unas elecciones gracias a ello. Ni los periodistas que lo promovieron, ni los políticos que después gobernaron, lo han reconocido. Quizá su patria sea otra. Mirar a Londres en estos días tristes, otra vez, es una lección.