Quién dijo miedo, señora May

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

25 mar 2017 . Actualizado a las 09:57 h.

La primera ministra británica, Theresa May, compareció ante el Parlamento el día siguiente del atentado. Habló y dijo palabras muy bonitas: más o menos, las que dicen todos los jefes de Gobierno cuando en su país se produce un acto terrorista. Es como si tuvieran un modelo válido para todos, que se van pasando por Internet y al que solo le cambian el idioma: quedaría un poco feo que a la señora May se le escapara un párrafo en francés o en español. Pero, excluida la lengua, suena exactamente igual, con sus invocaciones a la unidad frente al terror, su promesa de que los asesinos no van a triunfar ni van a derrotar nuestros principios y si el autor es un poco grandilocuente, asegura también que los terroristas no terminarán con nuestra civilización. 

No se lo censuro; es muy difícil decir algo nuevo. También en mi oficio un artículo sobre un atentado se parece mucho al anterior. Lo que más me sorprendió de la primera ministra fue asegurar que no tenía miedo, como todos la hemos podido escuchar y leer. Debió de armarse de valor esa noche, porque la tarde anterior, cuando se oía el ruido de los disparos, no dio precisamente esa impresión de valentía: escapó del Parlamento de Westminster como si la persiguiera el diablo o escuchase voces de ultratumba que interpretó como amenazas directas a su ilustrísima persona.

La televisión nos ofreció ayer el documento: lady Theresa, rodeada de un ejército de guardaespaldas -siete, decían los narradores- ponía pies en polvorosa, sin saber muy bien a qué coche subir para camuflarse del temible enemigo invisible. No es que sea una cobarde, que a quien hace el brexit no se le debe achacar cobardía. Tiene, sencillamente, algo tan humano como el miedo. Y en cuanto a la desorientación en el párking, tampoco es para criticarla: las normas de seguridad aconsejan a los grandes personajes públicos que cambien de vehículo, de itinerario o de matrícula para que no les molesten los asesinos. Otras normas dicen que el capitán es el último en abandonar el barco, pero se nota que la señora May, aunque vive en una isla, no tiene formación marinera.

Y un detalle más: mientras ella buscaba una escapatoria segura, un diputado trataba de salvar a uno de los abatidos haciéndole el boca a boca y tapándole las heridas con sus manos. Ese diputado fue tratado como un héroe por la opinión pública. De la primera ministra, hasta donde yo sé, nada se ha dicho. Simplemente queda ese documento que al final viene a confirmar lo que siempre dijo el pueblo: que el miedo es libre. O aquello otro que García Márquez puso en boca de uno de sus personajes: «Cuanto más inteligente se es, más miedo se tiene». Theresa May ha demostrado tener una gran inteligencia.