Suspiros de España

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

18 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No me refiero al popular pasodoble escrito para Estrellita Castro y reinterpretado por la Piquer, sino a este país de ayes, de permanentes suspiros como si contempláramos el mundo desde el mítico puente veneciano de los suspiros. Europa vuelve a plantar las dos velocidades para entender la vieja Unión con reivindicaciones nacionales y nacionalistas que vuelven a reeditar la xenofobia y la exclusión, mientras el duelo por el brexit nos obliga a reinventar un núcleo duro compuesto por los cuatro países, tres mediterráneos más Alemania. Y mientras esto sucede en nuestro entorno, resulta que tenemos dos grandes problemas patrios. A saber: la misa televisada de los domingos por el segundo canal de la televisión pública, y la amputación del rabo de los perros. Ambos debatidos en sede parlamentaria, mientras se repone, con elefantiásica sanción de Bruselas, la ley del silencio, en versión hispana, sin Elia Kazan ni Marlon Brando, sin muelles neoyorquinos pero con estibadores de la estirpe sindical del mafioso Hoffa, y con ausencias notables en las bancadas del Congreso de los Diputados, con un PSOE afirmándose en un no dictado por la defensa andaluza -estibadores de Algeciras- de su presidenta y próxima candidata a la secretaria general de su partido, y la abstención de ese grupo que busca permanentemente su identidad, Ciudadanos, absteniéndose después de afirmar tres veces que votarían sí

Los más recientes suspiros españoles -el soberanismo catalán no entra en esta crónica- vuelven a reclamar, como sucede cíclicamente, la laicidad del Estado subrayada en la Constitución, para solicitar desde el grupo Podemos la supresión de la misa de los domingos televisada por la segunda cadena, y que tuvo un último share de un 20 %, con un largo millón de televidentes, pese a ser emitida en una frecuencia horaria casi clandestina. España es sin duda aconfesional en los papeles pero no en la tradición de nuestra pertenencia a la gran cultura judeocristiana que definió la identidad europea. Cada domingo acuden a las misas doce millones de ciudadanos, y no cabe debate sobre la misa televisada, un auténtico servicio público para todas aquellas personas que no pueden asistir físicamente a la iglesia. No es en ningún caso un problema, acaso sí ideológico contemplado desde posiciones de cierta nostalgia marxista. Falso debate sobre el cual la polémica está siendo de taberna, y que se reabre justo en vísperas de la Semana Santa.

Y qué decir del perro de san Roque hispano que, como en la copla, no tiene rabo… grave problema de todos los españoles. Yo estoy lejos de defender amputación alguna a ningún animal, pero zanjo la discusión argumentando con el presidente del Consejo de Veterinarios cuando aseveró que «si el perro tiene rabo, lo tiene por algo». Debate cerrado.

Y así es, querido Pirandello, porque así nos parece. Suspiros de España, de la vieja y eterna España partida en dos, al menos, mitades.