Los no Óscar: «La La Trump»

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

01 mar 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

Menos mal que educan más las derrotas que las victorias. Las victorias son acomodaticias e invitan a quedarse en una zona de confort que no sirve para nada, infértil. Los premios a La La Land, incluido el de mejor filme que poco le duró, se olvidarán. Es una película que es como una burbuja y que lo mejor que se puede decir de ella es que es bonita. Orson Welles cambió la historia del cine con ese prodigio que es Ciudadano Kane y fue nominado a nueve premios y perdió ocho. Solo le dieron medio, el que se llevó por el guion firmado a cuatro manos con Henry Mankiewicz. Unos visionarios los de la Academia de 1941, que además decidieron que Qué verde era mi valle era superior a Ciudadano Kane, aún hoy considerada la mejor de la historia del cine. Bravo. Es como el no Nobel a Tolstói, a Joyce, a Proust, autores menores. Hay que desmitificar los premios que tienen mucho de cambalache. Prefiero el ácido que quema de una buena derrota a las sonrisas autocomplacientes en las que se suelen ahogar los triunfadores de pacotilla, no los genios de verdad. Este es el año de La La Trump y así nos va. Se aprende mucho más de un perdedor castigado por la vida que de un petulante ganador de pega que solo supo manejar las cartas marcadas del arribismo. Orson Welles, tras perder 8-1 en aquel 1941, rodó, por ejemplo, La dama de Shanghái, Campanadas a medianoche, Mister Arkadin o Sed de mal. Casi nada. Y siguió sin Óscar al mejor director, como por cierto tampoco lo tuvieron Hitchcock o Chaplin, dos medianías. Prefiero la lección de un perdedor curtido y sabio que los aplausos de pega que aturden como ese botón de las risas pregrabadas. Cuando la vida se pone cuesta arriba, y siempre llega el momento en el que lo hace, es cuando se ve de verdad el talento como carácter. Las derrotas son crisis. Y las crisis siempre son una oportunidad.