El otro carnaval

Alfredo Vara
Alfredo Vara EL PUENTE

OPINIÓN

28 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En aquel pequeño país el carnaval tenía un gran arraigo. Comparsas y personajes de coloridos disfraces cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos se adueñaban de las calles e imponían su ley.

Lo habitual en la mayoría de las celebraciones era premiar a las comparsas más bellas, originales o numerosas. Pero aquel año las comparsas decidieron que, si la esencia del carnaval era poner el mundo del revés, serían ellas quienes otorgasen galardones y no al contrario.

Dicho y hecho. Empezaron a seleccionar los mejores disfraces de la vida real. Uno de los primeros fue el del avezado político que predicaba la necesidad de cumplir con el fisco mientras actuaba como compulsivo evasor. También contó con amplio respaldo el de ingenua enamorada que no se enteraba de los enjuagues de su marido con dinero público cuando se había proyectado anteriormente su imagen de mujer inteligente y destacada profesional.

Otro que gozó de gran consenso fue el de absoluto ignorante de la corrupción que le rodeaba en su organización utilizado por un acreditado líder vencedor de contiendas electorales. Pero no menos que el que iba de acosado y robado por el sistema mientras en su menguante partido proliferaban las acusaciones de fijar porcentaje para las mordidas. O el de aquellos vestidos de defensores a ultranza de la Justicia mientras se repartían nombramientos judiciales y racaneaban la dotación de medios a los juzgados.

Como seguían apareciendo candidatos, no lograron cerrar el proceso de selección. Decidieron que darían los premios cuando consideraran que ya habían identificado a todos los que los merecían. Y en eso siguen.