¿Hasta cuándo tanta locura?

Ignacio Bermúdez de Castro
Ignacio Bermúdez de castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

22 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando me entero de la muerte de una mujer por violencia machista, coincido menos con Rousseau y más con Hobbes. Los asesinos de mujeres no son hombres buenos por naturaleza que resultan corrompidos por la sociedad. En absoluto. Estos criminales son lobos para sus propias parejas o exparejas. Su premeditación puede llegar a límites insospechados, como en el caso de la explosión de la casa de Chapela.

El todavía marido compra un bidón de gasolina y varias bombonas de butano, y muere matando. Ni siquiera su propia vida le importó con tal de acabar con la de la madre de su hijo. Maldad en su más pura esencia. Intentemos sacar algo en limpio de tanta barbarie. Difícil, pero no imposible.

Según parece, el hombre ya la había amenazado anteriormente, y no consta acusación alguna por malos tratos, por lo que podemos sacar la conclusión de que la víctima tenía que haber delatado a su futuro asesino.

A estos lobos se les reconoce a distancia. Es excepcional el caso de un hombre que mata a su pareja sin previamente apuntar maneras. Por ese motivo hay que denunciar. Nunca por una simple discusión doméstica, y de esa forma aprovecharse de un divorcio privilegiado. Eso también es delictivo. Pero cuando una mujer repara en que un hombre traspasa la línea roja que delimita lo inaceptable, tiene que ponerlo en conocimiento de la Justicia. Solo esta, a pesar de los escasos medios de los que dispone, puede ayudar a que casos como el que aquí tratamos ocurran con menor frecuencia. No digo que no se repitan jamás, ya que, insisto, el hombre siempre será un lobo para el hombre.