¿Tasa a los turistas?

La Voz

OPINIÓN

21 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Venecia se hunde, aplastada por el aluvión de turistas que la visitan, y las autoridades barajan la posibilidad de restringir el acceso a la ciudad antes de que el maná se convierta en plaga. A eso se llama morir de éxito. Nada comparable a lo que nos sucede en Galicia: el turismo es un manantial de riqueza, todavía con numerosos canales sin explotar, y nada debe interponerse en el curso del río que impida que fluya la corriente. Hasta aquí, creo, todos de acuerdo. Ni Galicia ni la pétrea y milenaria Compostela se hundirán -más bien al contrario- aunque se duplique o triplique el número de visitantes.

Expuesto el consenso, ¿cómo juzgar la propuesta del alcalde de Santiago, Martiño Noriega, de implantar una tasa que pagarían los turistas a la hora de abonar su cuenta en un establecimiento hotelero? Hay razones de peso para valorar la iniciativa. El impuesto -llamemos a las cosas por su nombre- existe en numerosas ciudades de nuestro entorno, desde Lisboa a Ámsterdam, pasando por París o Barcelona. Y tiene lógica. Si el turista paga por comer, por dormir y por el souvenir, ¿no debería contribuir también a la financiación de los bienes y servicios públicos que utiliza? ¿Y al mantenimiento del patrimonio histórico y monumental que admira? ¿Por qué la visita al Museo del Prado merece un desembolso de 15 euros y el recorrido por el Obradoiro y la Quintana dos Mortos ni siquiera unos céntimos?

Pero vayamos con la principal objeción a la propuesta: la tasa desincentivaría el turismo y mataría la gallina de los huevos de oro. Obviamente, todo incremento de precios desanima el consumo (y el turismo). Nos suben el IVA, el restaurante lo repercute en sus tarifas y algunos clientes se quedarán a comer en casa. ¿Cuántos? Dependerá de la elasticidad-precio de la demanda, que nos indica cuánto disminuye la demanda de un bien o servicio cuando subimos su precio. En nuestro caso, ¿cuántos turistas dejarán de venir a Santiago porque el hotel les cobre, en vez de los 70 euros por noche del año pasado, 70 + 1 euros después de la tasa? Muy pocos. Si a eso añadimos que el euro adicional se destina al fomento del turismo y la preservación del patrimonio, es probable que, en vez de disminuir, aumente el número de visitantes. En Barcelona, sin ir más lejos, el número de turistas creció enormemente después de la implantación de la tasa, sin que esta constatación signifique una relación de causa-efecto.

En resumen, sostengo que una tasa módica por pernoctación -se habla de 1 euro o de 1,5 euros por noche, dependiendo de la categoría del hotel- no tendría efectos disuasorios sobre el turismo. Menores en todo caso que los provocados por la variación de cualquier otra variable que tenga incidencia en la calidad y en los precios de los servicios turísticos. Por eso no se entiende bien que los gestores de muchos municipios turísticos de Galicia rechacen la propuesta. Como si la creación de empleo y de dinamización económica que comporta el turismo fuese patente exclusiva del sector privado.