Nadie voló sobre el nido del cuco

Pedro Armas
Pedro Armas LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

20 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En el congreso del Partido Popular se discutió sobre ornitología, pero nadie voló sobre el nido del cuco, porque el cuco no tiene nido. El cuco pone sus huevos en el nido de otro pájaro para que los incube. Tras romper el cascarón, los cuclillos empujan a los polluelos legítimos al vacío, exterminándolos. Los padres adoptivos acaban estresados intentando saciar la voracidad de los bastardos. Que nadie haya volado sobre el nido del cuco no impide que se haya valorado la estrategia del cuco como estrategia política. Rajoy, que es muy cuco, la ha aplicado en el hábitat interno, repartiendo responsabilidades de incubación, y en el hábitat externo, no solo depositando los huevos en el nido de otro, sino haciéndole creer que está cumpliendo una labor vital para la sostenibilidad del ecosistema. 

Rajoy permitió el debate ornitológico, incluso el debate de la supervivencia, pero no el debate de la sucesión. Precisamente porque sabe de gaviotas más que nadie, Rajoy dejó que las gaviotas saliesen volando de los estatutos, sustituidas por los charranes. Sabe que las gaviotas son aves carroñeras, histéricas, nerviosas, oportunistas, parásitas y vagas, que, en vez de pescar, esperan a que los marineros arrojen peces por la borda.

Sabe que se adentran en las ciudades cuando hay temporal en el mar y pululan por los contenedores de basura para devorar todo tipo de restos. Sabe que se han acostumbrado a hurgar en los vertederos y se han especializado en buscar carroña entre la corrupción urbanística. Sabe que crían en colonias y anidan en los tejados, también en los de casas sin licencia. Sabe que sobrevuelan sus nidos en círculo y emiten chillidos agudos para despistar cuando sienten una amenaza próxima, sobre todo si viene con orden judicial. Sabe que, si en la bandada de la comida aparece un Juan Salvador Gaviota, que se dedica a perfeccionar su vuelo para ser más libre, hay que desterrarlo, dándole otra ocupación bien pagada.

Puesto que Rajoy lo sabe todo sobre las gaviotas, sabe que es el momento de prescindir de ellas, para que los anagramas históricos no recuerden los anatemas del presente. Como símbolo, los charranes son menos populares que las gaviotas, aunque son más limpios. No obstante, alguno de sus asesores de marca debiera advertirle que, si bien los charranes vuelan más alto y pescan en picado, tienen la mala costumbre de robarse el pescado entre sí, además de pasarse largas temporadas en islas del trópico, en remotos paraísos avícolas y fiscales. Quizás el cuco fuese un símbolo más apropiado, sabiendo que nadie puede volar sobre su nido.