Bolcheviques, mencheviques y echeniques

Manel Loureiro
Manel Loureiro PRODIGIOS COTIDIANOS

OPINIÓN

19 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1793, en plena Revolución francesa, el asalto a los cielos estaba dirigido por un grupo de líderes carismáticos y con ideas rompedoras. Pronto las disensiones hicieron que se grupo se dividiera en dos facciones, los jacobinos de Robespierre, de ideas más radicales y los girondinos de Brissot, de posiciones más moderadas. Cuando la tensión entre ellos se hizo insoportable, estalló lo que se acabó llamando El Terror: durante unos meses, todos y cada uno de los girondinos fue perseguido, juzgado y condenado a muerte. El ala radical no soportaba verse en el espejo de la moderación. 

Ciento y pico años más tarde, en plena Revolución rusa, el asalto a los cielos estaba dirigido por otro grupo de líderes carismáticos y con ideas rompedoras. Pronto los distintos enfoques hicieron que este grupo se dividiera en dos facciones, los bolcheviques de Lenin, de ideas más radicales y ortodoxas, y los mencheviques de Martov y Trotski, de posiciones más moderadas y conciliadoras. Pronto las tensiones entre los dos grupos acabó cristalizando en una gran purga que llevó a todos los mencheviques a la muerte, la cárcel o el exilio. El ala radical no soportaba verse en el espejo de la moderación, una vez más.

En 2017 el asalto a los cielos en España estaba dirigido por un grupo de líderes carismáticos y con ideas rompedoras. Pronto las disensiones hicieron que este grupo se dividiera en dos facciones, los pablistas, de pensamiento más ortodoxo y radical y los errejonistas, partidarios de una postura más moderada. Cuando la tensión entre ellos se hizo insoportable, el conflicto se resolvió en el congreso de Vistalegre II, donde los errejonistas moderados fueron barridos por los pablistas de Iglesias y Echenique. El destino de los errejonistas, a la hora de escribir estas líneas, aún está por definir.

La moraleja de esta historia es que todo está ya inventado. El comportamiento cíclico de ciertos sectores de la izquierda, vestido de modernidad, es más viejo que el hilo negro. El asalto a los cielos en España se encuentra ante una terrible dicotomía: Rendirse a su naturaleza y caer en los errores del pasado o ser capaces de aglutinarse de nuevo para no perder fuerza, algo que parece difícil a día de hoy. En todo caso, al menos a Errejón no le espera ni la guillotina ni el exilio. Algo es algo.