Oposiciones

Francisco Ríos Álvarez
francisco ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

18 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sométase por un momento el lector a un examen de ortografía. Se trata de saber si escribe correctamente, respetando las normas que regulan la escritura del español. ¿Está bien la palabra bago? Si no fuese porque a estas alturas ya tiene la mosca detrás de la oreja, usted diría que no, que la grafía correcta es vago. Pero resulta que bago está bien, aunque se emplea solo en León y significa 'pago, distrito de tierras'. 

Esta es solo una muestra de la prueba de ortografía que han debido superar en las correspondientes oposiciones los aspirantes al ingreso en la Policía Nacional. Les presentaron una lista de cien palabras. En ocho minutos debían señalar cuáles estaban mal escritas. Más que saberes ortográficos, para superar el test era necesario tener un nivel de conocimiento del diccionario de la Academia -obra de referencia en esta ocasión- que dudamos que alcance nadie. Más de un tercio de aquel centenar de voces parecen elegidas para procurar el error del examinando.

Varias de esas palabras son extranjerismos y se han dado como mal escritas. Sin embargo, aparecen -en cursiva- en el Diccionario, en reconocimiento de su uso normal en español: apartheid, byte, paparazzi, remake y spot. La pregunta podría ser si pueden emplearse en español, no si están bien escritas, que sí lo están, cuatro en inglés y una en italiano. Otras son como bago, correctas pero de uso local, como chachá, que en Cuba es un instrumento musical de origen africano; champurrear, en Nicaragua, 'obtener algo con facilidad', o yuyo, que designa ciertas hierbas en varios países americanos. 

Los sustantivos y adjetivos que había que saber que estaban bien escritos figuran en el Diccionario, pero algunos son muy poco usados y aparentan ser una mala grafía de otros más conocidos: adsorber (por absorber), almóndiga (forma vulgar y desusada de albóndiga), apepsia ('falta de digestión', por asepsia), ápodo ('falto de pies', por apodo), bróculi (por brócoli), buniato (por boniato), coctel (por cóctel), euskara (por euskera) o palancana (por palangana). 

¿Qué pensarían quienes diseñaron las oposiciones sobre las situaciones a las que se van a enfrentar los futuros policías cuando decidieron ponerlos frente a palabras como apotegma, bastetano, bribión, duunvirato o maléolo? Como mucho, alguno que acabe destinado en Baza tendrá que redactar un informe sobre un caco bastetano que se fracturó el maléolo externo al huir de la fuerza pública. Pero no nos los imaginamos pronunciando apotegmas sobre duunviratos y bribiones.