Derecho a no emigrar

OPINIÓN

13 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta ahora se habla del derecho que tenemos las personas a emigrar hacia países diferentes al nuestro por razones de seguridad (persecución, guerra, inestabilidad política) o razones socioeconómicas. Y del deber que tienen los países receptores de acoger a los inmigrantes que llaman a sus puertas: por justicia, por solidaridad, por fraternidad.

Sin embargo, habría que hablar también del derecho a no emigrar, del derecho que asiste a todos los seres humanos a desarrollar su vida en paz y en unas condiciones socioeconómicas dignas en la tierra que nos vio nacer. De esto vamos a hablar -y mucho- en Roma los días 21 y 22, en un foro organizado conjuntamente por la Santa Sede, la Fundación Konrad Adenauer y el Scalabrini International Migration Network. Ya les contaré a mi regreso.

En esa línea de pensamiento y acción, hoy quiero centrarme en Manos Unidas, porque este fin de semana ha sido el epicentro de la campaña anual que esta oenegé lleva a cabo para colaborar en el desarrollo de las regiones más desfavorecidas del planeta. En esta ocasión el lema es bien significativo: «El mundo no necesita más comida, necesita más gente comprometida». Y es que el problema del hambre y la miseria en el mundo no es un problema de producción, sino de distribución. Es decir, una cuestión de justicia social. Por eso es importante apoyar el trabajo de Manos Unidas, una oenegé que tiene ya a sus espaldas una historia de 58 años de buen hacer.