El policía del policía

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

12 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay una serie estupenda (Line of Duty), que en España va por la tercera temporada, sobre los policías de policías. La serie es británica y desarrolla muy bien el argumento de una unidad de asuntos internos. Ya están contratadas la cuarta y la quinta temporada. Fue una creación de Jed Mercurio y se hizo para el segundo canal de la BBC, pero arrasó. No me extraña. Siempre me ha fascinado este tipo de trabajos que da respuesta a la mítica pregunta de ¿quién controla al controlador? ¿Quién vigila al jefe? ¿Qué lleva a alguien a dar el paso y querer fiscalizar a los que, en teoría, son sus compañeros? ¿Quién fiscaliza al que fiscaliza? ¿Quién controla a un juez? ¿Quién a un inspector de Hacienda? ¿Es el interventor el vigilante jurado del alcalde? En todos los trabajos suele haber personas que tienen que realizar ese trabajo sucio, así se le ha designado siempre, pero que, en realidad, es el trabajo más limpio que hay, o debería serlo. Lo es, porque garantiza la presunta limpieza del sistema. ¿Cómo controlar al corrupto en cualquier puesto de nuestra sociedad, o de nuestra suciedad? Creo que hace falta una madera especial, madera de héroe, para este tipo de ocupaciones. Y en la serie británica de la que hablo, y a la que no le falta acción, está muy bien explicado. ¿De qué manera son marginados y despreciados? «¿Por qué no te dedicas a detener delincuentes de verdad en la calle?», le espetan a un agente de asuntos internos. Como si los que roban dentro de la policía no fuesen también delincuentes, y al cuadrado, por haber jurado servir a la ley. Tal vez la fascinación por este tipo de argumentos venga de que vivimos en un mundo en el que cada vez cobra más fuerza el viejo papel del espía. Nos encanta esa situación límite de investigar mirando dentro de los armarios y debajo de las camas. El hedor de los trapos sucios. El limpio que mancha sus manos. La caída del que parecía arriba.