Eran pocos y parió Monedero

OPINIÓN

09 feb 2017 . Actualizado a las 08:17 h.

Sobre la vertiente conflictiva de los partidos, que forma parte de su esencia y su función, siempre nos informan sus competidores y adversarios. Y por eso tenemos la impresión de que estas organizaciones fundamentales para la democracia no son más que jaulas de grillos, donde todos mienten y engañan, donde proliferan las zancadillas en puertas y escaleras, y donde se practica un canibalismo socializado que siempre favorece a los más brutos y desvergonzados en detrimento de los que, por ser más honrados y estar mejor formados, no están preparados para progresar en la selva.

Al PP, por ejemplo, le inventan cada semana un aspirante al puesto de Rajoy, ya que esta extraña figura -que en realidad no existe desde que Aguirre y Gallardón se despedazaron mutuamente en un ascensor (mayo del 2008), en presencia del propio Rajoy- permite mantener un imaginario ruido de sables que, auspiciado por aznaristas y neoconservadores, está a punto de volar por los aires un partido tallado en corindón. Al PSOE, que no necesita ayuda externa para desnortarse y boxear, le inventaron ahora unas bases radicalizadas -¡pobres bases!- que quieren adelantar por la izquierda a Podemos e IU, para reeditar la Revolución de Octubre antes de arrojarse, por puro patriotismo y sentido de la humanidad, a los acantilados del monte Taigeto. A Podemos, que está ahora en el candelabro, le inventamos una afición irracional por las peleas de gallos, para que, hagan lo que hagan, todo quede reducido a un choque personal por el poder emergente. Y a Ciudadanos, que presume de puro e insobornable, y quiere chamuscar en la hoguera a todos los herejes, le hemos inventado su identidad estructural con el Ibex 35 -¡pobre Ibex!-, para dejar claro que le gusta favorecer a los prebostes y martirizar a los marginados por la crisis.

Lo ciudadanos ya sabemos el nivel de posverdad que anida en estas entregas informativas, y por eso rebajamos el zumbido que sale de los partidos a la mitad de la mitad. Pero el problema llega cuando la ponzoña que afecta a un determinado partido se fabrica y distribuye en el seno del propio partido, y cuando la debilidad de los ataques externos -en comparación con los internos- no nos permite hacer la corrección hermenéutica del profetizado cataclismo.

Y eso es lo que pasó ayer con Podemos, cuando la versión de la pelea de gallos, de creación externa y fácil desactivación, se vio sustituida por el certero ataque de Monedero contra todo lo que se mueve. «Una parte del debate que hay en el partido morado -dijo Monedero- está provocada por los que tienen un sueldo por primera vez. La gente hace mucho ruido, pero lo que de verdad buscan es defender su puesto de trabajo». Podemos, por lo que se ve, ya es casta corrupta y de la peor calaña. Y si Monedero lo dice, no hay posibilidad de que yo se lo matice.