La polilla de la patata

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

08 feb 2017 . Actualizado a las 09:17 h.

La polilla guatemalteca de la patata (Tecia solanivora) constituye una de las plagas más agresivas para los cultivos de patata en América Central y del Sur. Según los datos publicados, en Europa la plaga apareció por primera vez en 1999 en las Islas Canarias, extendiéndose hoy por toda la isla de Tenerife, con presencia en Gran Canaria, La Palma, La Gomera y Lanzarote. En la España continental se detectó en el 2015 en la provincia de A Coruña y, en la actualidad, avanza hacia occidente, estando ya presente en Lugo y en Asturias.

La capacidad de dispersión de la polilla es bastante limitada, por lo que son los movimientos comerciales los responsables de su propagación y, consecuentemente, la primera medida que se ha adoptado en muchos lugares es limitar estos movimientos; no es necesario decir que esto supone importantes pérdidas económicas para los productores. Con carácter local, la dispersión tiene lugar desde parcelas afectadas a otras próximas, o en los almacenes.

Uno de los principales problemas para el manejo de la plaga radica, al parecer, en que las larvas cumplen su ciclo dentro del tubérculo y por esta razón la acción de insecticidas de contacto es muy limitada, requiriendo el uso de insecticidas sistémicos con sus consecuentes riesgos ambientales y para el consumidor. Consecuentemente, se están ensayando estrategias de lucha biológica contra la plaga o de detección de las sustancias implicadas en la localización de los tubérculos por parte de las larvas o adultos.

No soy un especialista en plagas, pero creo que es necesario abordar la cuestión de lucha y prevención de manera diferente en áreas, como el norte de Galicia, donde el cultivo es para autoconsumo o de venta limitada, y en aquellas áreas de gran producción potencialmente susceptibles de afectación. Desde otra perspectiva, es necesario entender el patrón de local de expansión y cómo influyen en él las precipitaciones y las temperaturas, además de establecer un mecanismo de alerta temprana.

La Crisis de la Patata fue una crisis agrícola que asoló Irlanda a mediados del siglo XIX, provocada por Phytophthora infestans, o tizón tardío, un patógeno que destruía rápidamente las patatas, uno de los alimentos más importantes de la época y el país. Se cree que barcos cargados con excrementos o detritus de aves marinas llevaron a Europa, desde las costas peruanas y chilenas, al responsable de la enfermedad que arrasó cultivos y provocó la muerte de dos millones de europeos, así como grandes corrientes migratorias a los Estados Unidos, aunque Trump no lo sepa.

Actualmente, el comercio internacional de productos agrícolas mueve cada año la asombrosa cifra de 1,1 billones de dólares, que en más del 80 por ciento del total corresponde a los alimentos; es la globalización. Un fallo en la vigilancia puede tener consecuencias desastrosas sobre la producción agrícola y la seguridad alimentaria. No estamos en el siglo XIX, pero hay que tomárselo en serio.