Y todo esto del independentismo, ¿quién lo paga?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

07 feb 2017 . Actualizado a las 08:54 h.

En agosto del año 1954, el escritor catalán Josep Pla visitó la ciudad de Nueva York. Recién llegado a la gran urbe, sus anfitriones quisieron mostrarle el esplendor de la megalópolis con un paseo nocturno por las enormes avenidas. Pla quedó fascinado por la iluminación resplandeciente de los rascacielos y el fulgor parpadeante de las luces de neón. Pero, tras unos segundos de recogimiento ante el espectáculo, retomó su trabajada pose de ingenuo payés para desarmar a sus orgullosos amigos con una sola pregunta: «Y todo esto, ¿quién lo paga?». Ayer, al presenciar el enésimo despliegue de pretenciosa coreografía de masas orquestado por el independentismo catalán para amedrentar a los magistrados encargados de juzgar a Artur Mas por un delito tan feo como el de prevaricación y otro de desobediencia, me acordé del escritor ampurdanés, que hizo más por Cataluña, por cierto, que todos los pujoles y rufianes juntos.

¿Quién paga todo esto? ¿Quién paga los doscientos autobuses fletados para que el presunto delincuente se sintiera arropado? ¿Quién paga los viajes, la estancia en Barcelona y las horas de trabajo perdidas por los miles de cargos públicos, incluido el presidente de la Generalitat, que ayer, en un día laborable, se dedicaban a agitar banderitas y a cerrar los ojitos cantando Els Segadors a la mayor gloria del presunto prevaricador? ¿Quién paga el gasto en seguridad que requirió el patético desfile? No contentos con malgastar el dinero de todos los catalanes en promover la consulta ilegal por la que están siendo juzgados, lo derrochan ahora en glorificar a sus máximos responsables.

Si Artur Mas y sus conmilitones hubieran dedicado a la labor de gestionar y gobernar en Cataluña el mismo esfuerzo y los mismos recursos que han destinado a esa afectada liturgia independentista capaz de donar a un museo la pluma Inoxcrom con la que se firmó la convocatoria de una consulta ilegal, no estarían hoy sentados en el banquillo. Por lo demás, la declaración de Mas solo fue la enésima demostración de cobardía de quien tira la piedra y esconde la mano para que la machada le salga gratis, porque no tiene ni siquiera el coraje de asumir las consecuencias de sus actos. Muchos golpes en el pecho para adjudicarse las responsabilidades políticas, pero a la hora de dirimir las penales, que son las que duelen porque lo inhabilitarían para seguir en el machito, el astuto se acoquina y carga el muerto a los voluntarios. Y, en lugar de jactarse de su desobediencia al Constitucional, como hizo afuera delante de su clan, en presencia del juez solo balbuceó que él nunca tuvo intención de desobedecer y que lo que sucedió es que no entendió la resolución de los magistrados porque era demasiado «genérica». El perfecto retrato de un cagueta que solo busca salvar su pellejo.

El problema no es solo que nos tomen por tontos y que quieran irse ahora de rositas tras violar la ley, sino que pretendan además, como diría Pla, que sus fiestones independentistas los paguemos entre todos.