Eufemismos

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

04 feb 2017 . Actualizado a las 09:01 h.

Hace unos días, tras entrevistarse con el ministro de Fomento, el presidente de la Xunta anunció un nuevo retraso en el AVE gallego. Para ello empleó el término deslizamiento [de fechas], aunque poco después admitió que podía hablarse de retraso, lo que lo disculpa un tanto.

El eufemismo es un recurso que los políticos han empleado siempre para eludir designar por su nombre cosas que los incomodan. En su cultivo se han afanado con dedicación los miembros de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero y de Rajoy, agraciados con la lotería de la crisis económica. Así, las rebajas de salarios se convirtieron en ajustes salariales; los despidos, en ajustes de plantillas, y su abaratamiento, en la flexibilización del mercado laboral.

Muchos de estos eufemismos tienen firma de autor. Pedro Solbes fue el creador, en sus tiempos de ministro de Economía, del crecimiento económico negativo, afortunada expresión que Mariano Rajoy reutilizó cuando llegó al Gobierno y se encontró el tomate. Si el asunto no fuese dramático, merecería el calificativo de sublime la gran aportación que la ministra Fátima Báñez hizo a este país cuando habló de «movilidad exterior» para referirse a la emigración de cientos de miles de jóvenes españoles. Le puso la guinda al pastel un alto cargo que mencionó el «impulso aventurero de la juventud» entre los motivos que mueven a la muchachada a irse al exilio económico.

Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, llamó a la amnistía fiscal «medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas». Al lado de eso, que Artur Mas etiquetase el copago como «tique moderador sanitario» es pecado venial.

El abogado de Silvio Berlusconi ayudó a crear idioma cuando negó que su cliente hubiese contratado y pagado personalmente a la prostituta Patrizia D’Addario y dijo que fue solo un «usuario final». Desde entonces se emplea en Italia el eufemismo usuario final (utilizzatore finale) para designar a los puteros (con perdón).

Contrastan los eufemismos de los políticos europeos con los disfemismos de los americanos. Se cuenta que, en cierta ocasión, George Bush, creyéndose a salvo de oídos indiscretos, preguntó por la crisis de Oriente Medio con un «¿Cómo va la mierda esa?».

Mientras, se pierde la noción de la naturaleza de eufemismo de locuciones con las que a diario manifestamos suave y decorosamente ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante, según definición de la RAE. Morir es descansar en el Señor o pasar a mejor vida y los pobres son solo los económicamente débiles. Son tiempos en que los ciegos han sido convertidos en invidentes y hasta se va a orinar al lavabo en vez de al váter. Lo cual queda muy fino.