El belén catalán

OPINIÓN

27 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A pesar de su aggiornamento, el belén de la plaza barcelonesa de Sant Jaume ya no es el más representativo de Cataluña, por mucho que Barcelona siga siendo su centro y guía.

Ada Colau ha puesto empeño en su pesebre y el de este año ofrece una visión cosmológica inspirada en el poema de Josep Vicenç Foix Ho sap tothom i es profecia, con esferas gigantes transparentes y figuras en su interior procedentes del taller de imaginería de Olot que cuentan con el visto bueno del Vaticano. Pero la pasión de la regidora no ha bastado para ganar el concurso porque el belén montado el viernes por Carles Puigdemont le ha superado en magnificencia, escenografía, poder y número de figuritas: nada menos que 83, representativas de instituciones, entidades, partidos independentistas y sindicatos atrápalo todo, instaladas en el luminoso auditorio del Parlament.

Desde el imponente edificio militar de la antigua Ciutadella que mandó construir Felipe V, el nacimiento viviente del presidente de la Generalitat anunció urbi et orbi la constitución del Pacte Nacional pel Dret a decidir, que, gracias a la cuidada liturgia desplegada, ha levantado para otros cuantos meses los decaídos ánimos de la feligresía soberanista.

En un gesto de descentralización política digno de encomio, el texto del pacto lo redactará un grupo de ocho personas, casi todas ex cargos públicos y con sueldos a expensas del contribuyente, mientras que una «comisión civil» (no militar, por supuesto) de 10 personalidades guiará el nuevo proceso y recorrerá España y el extranjero, a gastos completos y estipendios con cargo también al estrujado tributante, para recoger adhesiones en favor de una (imposible y rechazada) consulta de independencia acordada con el Estado.

Con ánimo constructivo y fair play, Colau y sus formaciones comunes se sumaron al efímero belén de Puigdemont y a las declaraciones que, posteriormente, realizaron las figuras más simbólicas de la representación teatral por el socorrido método Ollendorf, ese sistema que inventó el profesor alemán del mismo nombre para la enseñanza de idiomas. Ollendorf propugnaba la formulación de preguntas que podían ser contestadas con las respuestas más disparatadas, a condición de que la construcción sintáctica fuera correcta (ejemplo: ¿qué hora es? Yo soy más alto que tú). Así y a la misma pregunta de los periodistas, Colau recalcó que no hay prisa porque el referendo tiene que tener garantías, apelar al conjunto de la ciudadanía y no poner en aprietos a los funcionarios; Anna Gabriel, de la CUP, insistió en que se abrace la vía unilateral; Oriol Junqueras reafirmó la celebración particular de la consulta secesionista en septiembre, y Puigdemont subrayó que el nuevo espacio nace con gran transversalidad y pluralidad. En síntesis, otro lío monumental pagado con más dinero público y representado por los de siempre, a espaldas de los de siempre, a costa de todos y para que siga creciendo un ovillo que rueda cuesta abajo y sin rumbo.

El bloque soberanista declaró ayer lunes que activará la autodeterminación unilateral «en dos o tres meses» si no ve posibilidades al pacto con el Gobierno, mientras la órbita de Colau amaga con descolgarse.