¡Menudo pavo!

Antón de Santiago APROPÓSITO

OPINIÓN

09 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de la negritud más aseada y circunspecta (el negro que tenía el alma blanca), llega a la Casa Blanca el flamigerio oxigenado de un flequillo tupeado y pelirrojo (¿el blanco que tenía el alma negra?) y la flamígera melena de Melania, que se ha pasado de castaño a rubio.

Los blancos que se propusieron hallar el aria tendrán ahora que escudriñar las caras del poliedro resultante. Lo malo es no haberlas encontrado antes. Hubo a principios del XX un barbero en Manhattan llamado Trump, que una vez casado con una fräulein de su aldea alemana, fue a ejercer de madame entre los buscadores de oro; el fruto de tal comercio carnal, sin ser carnicero, se encargaba ella de invertirlo en inmuebles. Eran los abuelos de Trump, que cuando quisieron retornar al pueblo fueron expulsados por no haber cumplido con la patria. Si la América provisoria no les hubiera acogido de nuevo, Trump se podía haber convertido en tramp, o sea, un vagabundo. Y cuando alcanzaban a ser familia de cresos se hicieron los suecos llamándose Drumpf. Ser alemán estaba mal visto. Si cada cara del poliedro fuese un espejo retrovisor podría reflejar las trampas hasta llegar aquí. Por otro lado, si anda como un pato y habla como un pato: Donald.

Y si el fantasma de Hamlet se pasease por la Casa Blanca, en estos momentos de idas y venidas, habría de preguntarse: «¿Qué es más elevado para el espíritu, provenir de la África negra para habitar el Ala Oeste o proceder necesariamente del espacio ario de la Europa rubia y de ojos azules?».

La saliente negritud deja un halo de bonhomía, descontando lo de Guantánamo, e incluso el Día de Acción de Gracias han indultado al pavo (que no era el de cartón que paseó Bush Jr. ¡Otro!...).

Se aproximan días de inacción de gracias (si no de desgracias). ¿Quién va a indultar al pavo entrante?