Hoy es un estudiante universitario. Ayer fue víctima del acoso escolar. «Lo que viví me ha hecho introvertido, desconfiado, susceptible, pesimista, miedoso y vulnerable», afirma.
Su elevadísima miopía, hoy afortunadamente resuelta con cirugía, le hizo víctima propicia durante su etapa de Secundaria. Sufrió vejaciones de todo tipo. Tanto miedo tenía que no fue capaz de contárselo ni a sus padres -que lo sospechaban-, ni a sus profesores. Incluso engañó al psicólogo al que le llevaron. Confiesa que llegó a pensar en el suicidio.
Hasta que tocó fondo y fue capaz de empezar a tratar de superarlo por sí solo. Fue el punto de partida. «Hace escasos meses pedí ayuda profesional», relata también.
El suyo es el primer caso relatado en Caso Acoso, iniciativa de un grupo de alumnos de la Facultad de Derecho de Ourense. Además de recoger testimonios en sus perfiles de Facebook y Twitter, han empezado a recorrer institutos, en los que jóvenes que fueron víctimas de acoso cuentan su penosa experiencia ante un auditorio en el que puede haber víctimas y acosadores.
Con su demostración de valor, pretenden mostrar la profunda herida que provoca el acoso en quienes lo sufren y de la que los acosadores no son a veces conscientes, animar a los acosados a que pidan ayuda, y a padres, profesores, hermanos o compañeros a que tomen la iniciativa, si la víctima no es capaz.
Empezaron en noviembre y han contribuido ya a que aflorase más de un caso. Sus relatos en primera persona constituyen el mejor alegato contra un fenómeno más extendido de lo que se quiere admitir y una poderosa arma para enfrentarlo.