Es la cultura, señores del Gobierno

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

03 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En contra del criterio del admirado y sabio Harold Bloom, que ve en lo anglosajón el mayor capital de la cultura universal, yo creo que ninguna nación ni idioma le ha dado tanto al humus cultural como España. Lo digo no solo por el español, que hoy en día sigue siendo nuestro mayor aval en el mundo, sino también por todo lo que su amplio campo semántico ha creado y procreado. Si los anglosajones tienen a Shakespeare, nosotros a Cervantes. Si el genio inglés caracterizó mejor que nadie los arquetipos humanos y sus pasiones, el español escribió la que aún hoy sigue siendo una obra cumbre de la novelística, el Quijote, escrito hace más de cuatrocientos años. Por todo ello me parece inmoral -ese es el adjetivo- que no tengamos un Ministerio de Cultura. Es humillante para lo que España ha sido, pero es humillante fundamentalmente para lo que España quiera ser.

En tiempos de Bill Clinton alguien escribió en una pizarra «Es la economía, estúpido». A Rajoy aún nadie de sus próximos se ha atrevido a decirle: «¡Es la cultura!». La ciudadanía tiene la sensación de que en la derecha no vende la ilustración y que hilan toda su ideología en torno a la productividad y sus plusvalías. Lo que hemos vivido en los últimos cinco años así parece constatarlo. La Secretaría de Estado de Cultura, toda vez que el ministerio no existió, ha certificado uno de los peores quinquenios de nuestra historia. Poco se hizo. Se comenzó prometiendo una ley de mecenazgo, probablemente la ley más trascendente para España y el «hecho cultural», y se terminó con la ley sin redactar. Se comenzó con el canon digital, y se terminó con una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea desdiciendo al Gobierno. Se comenzó con el deseo de elevar la proyección de la cultura en cada rincón de España y se terminó con Valle-Inclán y Camilo José Cela, de quienes celebramos efemérides, ninguneados por el más alto estamento institucional del Estado español. Ha sido una gestión calamitosa. Ha sido, sin más, una vergüenza.

Sin embargo, lejos de la capacidades del anterior secretario de Estado, José María Lassalle, subsiste la idea de que la cultura apenas importa en el Partido Popular y que la gestión cultural ha sido solo el reflejo de esta idea. No da votos, dicen en conversaciones de café. Se equivocan. Nada otorga más prestigio ni relevancia que la cultura. Nada otorga, por lo tanto, mayor refuerzo ideológico.

El gallego Mariano Rajoy, tierra de Cela y Valle-Inclán, debe saber que el gran patrimonio de España es su cultura. El de Galicia, también. Basta repasar cualquier libro de historia (sea política o económica) para ratificar esta certeza. Si hemos sido algo en el mundo, y lo hemos sido todo, fue la cultura su motor propulsor. Son Velázquez y Picasso, Cervantes y el español, nuestras señas de identidad y nuestra bandera. También Rosalía de Castro o Miró.

La cultura merece otro trato. Merece un ministerio, por supuesto. Pero merece, sobre todo, otra sensibilidad y muchísimo más esfuerzo.