El secreto triunfador de Núñez Feijoo

OPINIÓN

14 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En los actos oficiales de las democracias avanzadas es normal que el jefe de la oposición luzca e interese tanto como el presidente del Gobierno. Así sucedía en España cuando Suárez, González y Zapatero eran presidentes frente a González, Fraga y Rajoy. Y así sucedió también en Galicia cuando Vázquez se oponía a Fernández Albor y Beiras a Fraga. Ahora, en cambio, los jefes de Gobierno -Rajoy, Feijoo, Urkullu, Susana Díaz- son estrellas solitarias, sin nadie que les haga sombra. Y la única forma de evitar esta diferencia morbosa resulta ser la indeseada rebaja del presidente al mismo nivel de su ninguneada oposición.

Puigdemont interesa menos que Junqueras. Puig menos que Oltra. Y en otros casos como Aragón, Murcia, Baleares, Canarias o La Rioja resulta imposible saber quién es primero o segundo, porque todos tienden a cero. Feijoo es, in crescendo, una estrella solitaria, cuya presencia suele anular a la oposición en el parlamento, en las elecciones, en los actos institucionales y en la proyección social de su persona.

Y hasta resulta tierno, más que demoledor, ver al trío opositor -Villares, Leiceaga y Pontón- intentando oscurecer con críticas extemporáneas un acto como la toma de posesión del presidente da Xunta en el que, si no llega a ser por la importancia que el propio Feijoo les otorgó -en citas, fotos, y saludos- ni siquiera les habríamos visto. El problema es, aunque parezca paradójico, que, mientras Feijoo hace política de última generación, a la medida de una sociedad occidental de bienestar, en la que el progreso depende más de las dinámicas sociales que del paternalismo político, sus tres oponentes siguen actuando por el viejo catecismo, como si Galicia siguiese siendo un país, ruralizado, empobrecido e inculto, al que los políticos tienen que rescatar. Y así se explica que, mientras Feijoo ofrece estabilidad institucional, responsabilidad colectiva, optimismo económico y una sociedad abierta, la oposición sigue empeñada en encontrar pobres a los que socorrer, incultos a los que enseñar, imperialistas puñeteros a los que que vencer, y paternalismos de Estado que hagan casas para los sintecho, empleos no competitivos, pensiones no contributivas, escuelas donde los niños puedan desayunar y hospitales lujosos e hipertecnificados para convertirlos en residencias de ancianos.

Feijoo ve Galicia como un moderno país, con algunas quiebras que hay que corregir, Y la oposición ve un país miserable, inculto y asoballado, con algunos privilegiados que hay que amolar. Y en esa disputa gana Feijoo -sin cambiar un solo conselleiro- todas las competiciones, mientras la oposición da vueltas sobre la placa negativa del mapa del país. Y así seguirá siendo hasta que todos sepamos con certeza en qué siglo estamos, en qué país vivimos y con qué renta nos tenemos que arreglar.