Los niños deben verse solos

Bibiana Regueiro A FAVOR DEL TRABAJO EN CASA

OPINIÓN

03 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los deberes son una estrategia muy extendida y conocida que forma parte de la rutina de los estudiantes. Una potente herramienta que puede ser muy eficaz si se utiliza bajo unos parámetros adecuados. Un propósito claro -los alumnos entienden por qué los hacen, los profesores por qué los asignan y los padres por qué deben apoyar emocionalmente a sus hijos a la hora de realizarlos- refuerzan el aprendizaje y el rendimiento escolar.

La necesidad de los deberes va más allá de servir para practicar y revisar el material de aprendizaje que se ha presentado en el aula. Los efectos beneficiosos pueden ser inmediatos (mejor retención del conocimiento, incremento de la comprensión o mejora del pensamiento crítico) o no inmediatos, y aparecer a largo plazo (mejora en la actitud y motivación hacia el colegio, y en hábitos de estudio y habilidades). Además, no solo poseen beneficios académicos: mejoran la autodisciplina y la organización del tiempo, fomentan la curiosidad y dan más independencia en la resolución de problemas. Pero lo que hace necesaria la prescripción de los deberes escolares es que ayudan a los estudiantes a verse solos ante el peligro sin un profesor que los dirija, lo que los convierte en aprendices autónomos incluso fuera del ámbito escolar. Así, unos deberes escolares bien planteados y diseñados, adaptados a las habilidades y capacidades del distinto alumnado promueven una mayor independencia y responsabilidad en los estudiantes. Una independencia imprescindible para evitar la sobreprotección de los niños y niñas, y una responsabilidad muy necesaria que los alumnos no pueden traspasar a los padres, como parece estar ocurriendo en los deberes escolares. Además son un puente en la relación familia y escuela, esa relación cada vez más deteriorada en nuestro sistema educativo.