«Eppur non si muove»

OPINIÓN

27 oct 2016 . Actualizado a las 08:10 h.

Cuando el PSOE abrió la puerta a la racionalidad social y política, terminó el bloqueo, como si la historia quisiese dejar testimonio de que, a pesar de los miles de análisis gastados en investigar las causas de la parálisis, solo había un atranco, muy artificioso, que Pedro Sánchez manejaba a su capricho. Por eso tenemos la sensación de que, aunque apenas se produjeron cambios en la circunstancia política -salvo el nacimiento del «Rajoy pactista» con el que ironizaba la viceportavoz socialista tras el discurso del candidato-, hemos pasado de la noche al día.

Y en el mismo instante en que Fernández anunciaba e imponía la abstención del PSOE, también cerraba Rajoy un ciclo personal que, trufado de problemas, colaboradores corruptos y vaticinios apocalípticos, termina con un éxito político de dimensiones colosales, al haber impuesto sus resultados y análisis sobre el vendaval de epitafios y descalificaciones que se abatió sobre él desde el 20D, y al haber superado una opinión dominante que, haciendo juegos sobre el día a día, y enredando sus conclusiones en las infinitas faíscas del posibilismo, había concluido que el único que sale vivo estaba muerto, y que todos los que olían a cadáver eran dioses inmortales.

Pero el peor papel lo lleva el PSOE, que, incapaz de articular una rectificación grandiosa y leal de sus desvaríos y podemizaciones, se enfrenta a la necesidad de explicar por qué desbloquea lo que antes congeló; por qué da su confianza a quien describe como el más nefasto presidente de la democracia; y qué servicio le puede prestar al país quien nos libra de un Gobierno en funciones para poner en su lugar un Gobierno maniatado. Lo único que cambia -dijo Errejón- es que la izquierda queda más dividida, que Podemos va a darle los azotes al PP en el culo del PSOE, y que gran parte del tiempo y los esfuerzos que necesitamos para salir de la crisis los vamos a emplear en dilucidar quién es la oposición.

Las noticias que nos llegan de la Villa y Corte -donde todo es banalidad y enredo- nos hablan de que, tras la monstruosa tormenta que nos tuvo diez meses al pairo, se inicia un ciclo de sosiego y reconstrucción que va a dejar atrás los populismos anárquicos de Podemos, los cartesianismos infantiles de Ciudadanos, y la obcecación irresponsable del PSOE. El próximo sábado, cuando Rajoy obtenga la confianza de la Cámara, tanto él como su partido tendrán la sensación de haber salvado los más traidores arrecifes de su singladura. Pero si yo fuese Mariano, en el momento de recibir aplausos y felicitaciones, parafrasearía a Galileo, con un «Eppur non si muove», para dejar claro que sabe de qué está hablando. Porque el populismo, la deslealtad constitucional y las celadas de los perdedores siguen ahí. Y nada presagia que el enorme paquidermo del bloqueo haya empezando a moverse.