Todo empezó con Borrell

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

26 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La decisión del Comité Federal del PSOE es discutible por democrática que sea; quien depende de una gestora, en el caso de unas nuevas elecciones, no sé si vota con libertad. Pero, además, cuando la trama empieza con una especie de «asesinato en el comité central» y termina con la sonrisa de José Blanco, la cosa no pinta nada bien. La decisión se basa en que ganar tiempo es bueno, independientemente de otras consideraciones. En mi opinión, solo beneficia al PP, ahora tiene la llave de unas nuevas elecciones, y a Podemos, que aplaude con las orejas. Creo que tendrá consecuencias para los socialistas: durante un tiempo, no sabemos cuánto, la alternativa al primero serán los segundos.

No entro a valorar una abstención sin que el candidato tenga programa, más allá del «no es no» a la cuestión catalana; tampoco en la reacción que esto puede generar en la militancia, que claramente ha apoyado en las encuestas el voto negativo. La cuestión central es que quienes votaron al PSOE, y yo lo hice en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, pensábamos que lo que decían en campaña se iba a cumplir: «Haremos lo que esté en nuestras manos para echar al PP». Ahora no se adónde ir a que me devuelvan el voto. ¿A la junta electoral?

Nos engañó Zapatero con el trágala del 2010 sin convocar elecciones; nos engañó Rajoy cuando hizo lo contrario de lo que prometió en su programa electoral porque, pobre, no sabía que el déficit de las comunidades de su partido era tan grandísimo; ahora, nos engañan Susana Díaz y sus amigos. Ya nadie habla del interés nacional, de los retos de España, ahora lo importante es que ante unas nuevas elecciones se puede perder el sillón y las listas las hace Ferraz.

Sin embargo, lo más sorprendente de todo esto es que demócratas reputados, politólogos insignes, tertulianos y demás familia defiendan públicamente que mentir y engañar a los electores está justificado. Se puede disfrazar la afinidad al PP, invocar la necesaria gobernabilidad, pero lo que está detrás es una decisión, ya consumada, y quienes la defienden apoyan que se incumpla el programa electoral. A mí no va nada en la cuestión, pero si los partidos y la opinión «sesuda» van por ese camino, creo que les va a salir el tiro por la culata.

Hace unos años el PSOE tenía once millones de votos. Desde que Zapatero se tragó el sapo europeo sin rechistar pasó a repartirse al 50 % los votos con Podemos. Hace años que las élites del partido viven al margen de sus militantes y de sus votantes, y el Comité Federal lo ha vuelto a hacer. Si yo fuera el responsable electoral de Podemos, por más que estén muy afligidos por el nuevo Gobierno, pediría otro chupito.

Todo empezó con Borrell, un tipo lúcido y que suele hablar claro. La casta de dirigentes del PSOE, tras la pérdida del Gobierno, organizó una sucesión endogámica, eligiendo secretario general al peón de González, Almunia. Pero los militantes del PSOE se rebelaron contra esa opción y votaron mayoritariamente como candidato a la presidencia del Gobierno a Josep Borrell, un socialista catalán ilustrado. Naturalmente ciertos grupos económicos y de comunicación no lo podían consentir, así que se organizó el asesinato político de Borrell utilizando para ello al buque insignia de la oligarquía económica catalana y a una parte del PSC. Pues vale.