Catorce días de octubre

OPINIÓN

17 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El día que me jubile voy rodar una película titulada Catorce días de octubre, para recordar la estupidez de un país que quiso arreglar en dos semanas el tozudo y devastador bloqueo político de 315 días de duración. El argumento se desarrollará en cinco partes, que servirán para generar el ambiente y el crecimiento tensional de un problema artificial que finalmente estalla en una especie de Krakatoa político que se lleva por delante una península entera. Por eso espero que sea Bruce Willis -que siempre termina sus historias en medio de explosiones y llamaradas- quien encarne a Mariano Rajoy, que lleva pinta de ser el único que sale vivo -aunque tiznado y sangrado- de esta mamarrachada.

La primera parte estará protagonizada por una familia de clase media (Antonio Banderas y Penélope Cruz) que vive una vida cómoda y feliz, pero que, a fuerza de ver telediarios y tertulias, acaban indignados, conjurándose con los vecinos para echar abajo el sistema y meter al país en un bucle de populismo y desgobierno. Esta parte terminará el 20D, cuando el protagonismo pasa a un tal Pedro Sánchez -Javier Bardem-, que, noqueado por el descalabro electoral, entra en un delirium tremens que le hace confundir la derrota con la victoria, el Gobierno con el cambalache, a Rajoy con un apestado y a Rivera con Merkel. Y por eso se lanza a un juego de falsas retóricas y absurdos postureos que le llevarán a perder una cabriola de investidura que las urnas ya habían desaconsejado.

El nudo de este drama se articulará sobre el 26J, cuando los resultados confirmaron la pírrica victoria del bloqueo y obligaron a los medios, a sus expertos -¡je, je!-, a los politólogos académicos y a las empresas de demoscopia a tragarse sus discursos, y a preguntarse -igual que «la gente»- si Rajoy era tan débil e inmóvil como habían profetizado, si toda la historia de España cabe en la Gürtel, y si tiene sentido barallar sobre una España imaginaria en vez de hacerlo sobre la España real. Esta tercera parte terminará con el entierro de Sánchez, convertido en el chivo expiatorio que necesitan los aprovechados e incompetentes para borrar de la memoria las partes 1 y 2.

La cuarta parte serán los catorce días de atolondramiento y nerviosismo en los que Rajoy y Fernández -Bruce Willis y Woody Allen- en vez de sentar las bases para unas elecciones serias y coordinadas, van a hacer una cabriola que, a cambio de desbloquear la investidura, que es el mal menor, va a bloquear el Gobierno, que es el disparate mayor. En la quinta parte se verá un páramo helado por una fuerte ventisca, un perro aterido que hurga en un cubo viejo, y la hoja de un calendario que señala (20 de diciembre del 2017) unas nuevas elecciones, que, con un PP desgastado y un PSOE resentido, terminarán en otro bloqueo. Porque mi especialidad, como es obvio, es el cine negro.