Si «ahora toca España», ¿qué tocabais antes?

OPINIÓN

01 oct 2016 . Actualizado a las 08:45 h.

Muchos analistas y prescriptores sociales, entre los que tengo la honra de encontrarme, llevábamos más de un año haciendo serias advertencias contra la obcecada irresponsabilidad de Sánchez, contra la deriva populista del PSOE y contra los poderes que, ganados en pactos incoherentes, comprometían la lealtad constitucional y los usos consolidados del sistema político de la transición. También habíamos diagnosticado -con dureza- la incapacidad personal de Sánchez para dirigir un partido sistémico como el PSOE. Y hasta habíamos identificado la crisis española -de gobernabilidad y fiabilidad- con la atrabiliaria estrategia urdida por los socialistas para vengarse de quien les había ganado las elecciones en contra de los caseros pronósticos de sus politólogos y editorialistas de cabecera.

La respuesta del PSOE, y de buena parte de la opinión pública, fue considerarnos unos reaccionarios al servicio del partido corrupto, unos anticuados inmunes a los brillos de la nueva política, unos catastrofistas partidarios del inmovilista agazapado detrás del plasma, unos lacayos del político vago y sin iniciativas que creaba populistas e independentistas a mazo, y unos contumaces enemigos del lúcido estratega que aprovechaba sus inmensas derrotas para cantar la victoria del cambio y proclamarse brujo mayor del aquelarre alternativo.

Ahora, tras la implosión del PSOE, ninguno de aquellos monaguillos que incensaban la alternativa quiere compartir las responsabilidades de Sánchez. Y todos están empeñados en construir un chivo expiatorio que, una vez degollado y quemado, les libre de la pesadilla y de la enorme estupidez de no haberlo visto venir, y de que les recordemos que si España no ha empezado a desmoronarse y a cocerse en la salsa del caos es porque aún está ahí el líder del plasma, la lealtad constitucional y sistémica del PP que -incluso lleno de errores y de gravísimas faltas- tiene cuenta del recado, la astucia de las fuerzas políticas que se olieron la tostada y apagaron las ensoñaciones de Sánchez, y el acierto providencial de un electorado que, a pesar de estar sumido en una indignación miope y en el disparatado discurso de la regeneración por el desorden, no llegó a picar los anzuelos de Pedro.

«Ahora -dijo Susana- toca España». Y antes, pregunto yo, ¿qué tocabais tú, González, Page, Ximo, Chacón y demás compañeros mártires? ¡No tocabais nada, amiga Susana! Porque estabais encantados por la flauta de un agujero solo -el del «no es no»- que tocaba el gran Bartolo en su despacho de Ferraz. Un disparate cósmico -para vosotros invisible- que hasta los niños cantaban en el patio del colegio: «Bartolo tenía una flauta / con un agujero solo, / y a todos daba la lata / con su flauta el gran Bartolo». Por eso el PSOE ya no es de nadie, mientras el caos es de todos. ¡Un gran prodigio!